jueves, 3 de diciembre de 2009

Al abordaje de los caladeros africanos.

El agotamiento de las aguas de la UE ha llevado a la pesca industrial a las costas africanas. Allí, la ausencia de estructuras estatales, como en Somalia, o la escasez de capital local, abren grandes oportunidades de negocio


Acuerdos bilaterales
Serigne tiene 34 años y vive en Madrid. Llegó en 2006 a Canarias desde Saint-Luis, tras diez días de viaje en cayuco, una embarcación que usaba en su trabajo de pescador en Kayar, un pueblo costero de Senegal. "Esta profesión la tengo en la sangre", afirma Serigne. Como otros 600.000 senegaleses, Serigne vivía directamente del pescado. Lo hizo durante diez años. Hasta que tuvo que emigrar.
Y como él, muchos otros. El padre Jerôme, un sacerdote nigeriano que lleva desde 2003 al frente de la misión católica de Nuadibú, en la costa mauritana, lleva el único registro de inmigrantes que eligen el camino del Norte: "El hecho es que la mayoría de los senegaleses aquí son pescadores, podría decir el 80% de ellos".
Serigne recuerda con claridad el proceso: "Cuando estudiaba ya se notaba que cada año disminuía la cantidad de pescado, lo noté más cuando empecé a pescar, porque cada año había menos pescados. Notábamos que cada día pescábamos peces más jóvenes y más pequeños".
Los acuerdos de pesca bilaterales con la Unión Europea entre 1979 y 2006 tienen mucho que ver. Entre 1994 y 2005 el peso de las capturas en aguas senegalesas cayó de 95.000 a 45.000 toneladas, mientras que el número de embarcaciones pertenecientes a ciudadanos senegaleses descendió drásticamente al no poder competir con los enormes pesqueros europeos, según detalla el informe Selfish Europe, de Action Aid.
La devaluación de la moneda senegalesa profundizó la orientación de la pesca hacia el mercado exterior, descuidando el consumo local. Así lo corroboraba el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) en 2002, cuando anunciaba que la seguridad alimentaria local y los puestos de trabajo estaban siendo amenazados por la escasez del pescado capturado localmente.
El último acuerdo con Senegal cubrió cuatro años entre julio de 2002 y junio de 2006. El coste total del presupuesto europeo era de 64 millones de euros, el 19% destinado a medidas de apoyo, como seguimiento de recursos, inspección o seguridad. A cambio, 125 barcos consiguieron acceso a las aguas senegalesas, sin límites de captura y en competencia directa con la pesca artesanal.
“Los gobiernos son culpables de todo esto, antes vivíamos muy bien, cada familia tenía uno o dos barcos artesanales y cogían lo suficiente para sobrevivir, pero con los acuerdos con los países europeos y Japón había más presencia de grandes buques pesqueros y arrastraban todo, porque son más modernos, tienen más capacidad y pueden congelar al mismo tiempo”, afirma Serigne.
En 2006 Senegal se negó a renovar los acuerdos bilaterales. Sin embargo, según denuncia Action Aid, los pesqueros europeos han encontrado en la ’senegalización’ de sus barcos, la compra y acumulación de cotas de pesca senegalesas, el trasbordo de capturas, o las joint ventures para la transformación del pescado, el modo de esquivar los esfuerzos del Gobierno para regular el acceso y el control de los recursos marinos.
"Ya es muy tarde", protesta Serigne, "en Kayar hay menos pescadores que hace diez años, porque muchos han probado el camino de las pateras. Uno se va con sus hermanos y no captura suficiente para la familia y hay que intentar algo; es lo que explica las pateras".

Según la Convención del Mar de 1982, las zonas económicas exclusivas comprenderán un máximo de 200 millas desde la línea de costa de un país. Entre otras cosas, el Estado tiene derecho de pesca sobre este espacio. Sin embargo, la misma convención establece que cualquier país debe poner a disposición de flotas extranjeras el pescado que no alcance a pescar, siempre y cuando no se sobrepase el máximo de explotación sostenible.
La Unión Europea paga aproximadamente 156 millones de euros al año para asegurar el acceso a las pesquerías de terceros países, según fishsubsidy.org. Actualmente, la UE tiene una docena de acuerdos de pesca con países africanos. Su firma plantea una serie de dudas. Algunas veces porque se firman con países con déficit democrático que comprometen los recursos de sus pueblos. Una muestra de este dilema se puso de manifiesto en octubre, cuando la comisión de pesca del Parlamento Europeo bloqueó el acuerdo con Guinea Conakry tras la muerte de 160 personas que se manifestaban contra el presidente golpista. La representante del Grupo Popular se lamentó de que esta decisión supusiera “un amarre temporal por un periodo indeterminado” de la flota comunitaria. También es objeto de polémica el actual acuerdo de pesca con Marruecos, que no excluye explícitamente las aguas del Sáhara Occidental, permitiendo la pesca de flotas europeas en aguas que no pertenecen a ninguno de los dos firmantes.
De hecho, los acuerdos llevan años en el centro de la polémica. En 2003, un informe del Instituto Europeo de Política Ambiental analizaba los pactos firmados con Senegal, Angola, Mauritania y Santo Tomé y Príncipe. Entre las conclusiones, criticaba la arbitrariedad en las cantidades pagadas por la UE, que variaban de 11.111 euros por buque comunitario en Santo Tomé a los 346.774 euros en Mauritania. También criticaba el desajuste entre la cantidad pagada y el beneficio potencial de las capturas: en el caso de Santo Tomé y Príncipe "para los atuneros, el valor de la captura puede ser 40 veces mayor que las tasas de acceso". El informe también señalaba el problema de la ausencia de límites de captura en Senegal y Mauritania.

Pesca ilegal
No sólo los pescadores que perdieron su trabajo transitan hacia las Islas Canarias, también lo hace gran parte del pescado proveniente de África Occidental hacia Europa. Según denuncian Enviromental Justice Foundation y Greenpeace, gran parte del pescado que llega a las islas también es "clandestino". El puerto de las Palmas de Gran Canaria tiene estatus de zona franca económica, algo que implica regulaciones aduaneras favorables y pocos controles: en 2006 había cinco inspectores de puerto para controlar la procedencia de 360.000 toneladas de pescado que pasan al año por su puerto. El abuso de las compañías pesqueras de este estatus ha dado como resultado que Las Palmas sea considerado el más importante puerto de conveniencia de Europa para las actividades de pesca ilegal, no documentada y no reglamentada (INDNR).
"La pesca [ilegal] está reconocida internacionalmente como una de las mayores amenazas, especialmente para caladeros que padezcan sobrepesca. Hay varias iniciativas para combatirla. Ya en el año 2000 la FAO adoptó un ’Plan internacional’ (…) y recientemente, en 2009, las naciones han acordado un compromiso legal para adoptar medidas contra la pesca ilegal en sus puertos", afirman desde la ONG Oceana. Las organizaciones señalan un escollo a la hora de luchar contra estas prácticas: la existencia de banderas de conveniencia, pabellones que los armadores adquieren con el fin de agilizar burocracias, evadir impuestos y esquivar regulaciones. Se calcula que hay unos 40 Estados –a la cabeza de los cuales se encuentran Honduras, Panamá y Camboya– con registros abiertos, donde uno puede inscribir su embarcación cómodamente. 59 pesqueros españoles aparecen registrados con banderas de conveniencia en 2009.
Seis años después, los acuerdos de pesca de Santo Tomé y Mauritania han sido renovados. Sin embargo, Angola y Senegal se negaron en su momento a poner de nuevo sus aguas territoriales a disposición de las flotas comunitarias. En 2005 Angola no llegó a un acuerdo, tras exigir una mayor soberanía sobre las capturas. El caso de Senegal, por su parte, ilustra los efectos adversos de una asociación en desigualdad de condiciones.

Descontrol, igual a negocio
Tal vez por ello, tal como denuncia la Coordinadora Verde, España se opuso, cuando hace algunos años hubo un intento internacional de adoptar medidas contra esta práctica. Según el derecho del mar, el país cuya bandera ondea en las embarcaciones es el que tiene que velar por el respeto a la legalidad de sus barcos. Normalmente, estos países no están en condiciones de ejercer este control.
Por ello, con una bandera de conveniencia resulta fácil dedicarse a la pesca ilegal, no documentada y no reglamentada. El negocio es lucrativo: las naciones pierden por esta actividad entre 10.000 y 23.500 millones de dólares al año, que representan entre 11 y 26 millones de toneladas de pescado. Se calcula que la pesca ilegal les cuesta mil millones de dólares anuales a los países africanos. La propia Comisión Europea estima en un informe emitido en 2007 que más del 50% del total de las capturas en Somalia, Liberia y Guinea Conakry son practicadas de manera ilegal, según afirma la Coordinadora Verde. "Hacen de todo en África y sin control, porque saben que no tienen medios para controlar la pesca. Tienen la circulación libre, se llevan todo el pescado, dejando el continente muerto", concluye Serigne, ex pescador senegalés, ahora inmigrante en Madrid.

ESQUILMADAS LAS AGUAS DE LA UE, A POR LOS MARES AFRICANOS
Un estudio de 2006 revelaba que el 76% de las especies estaban agotadas, totalmente explotadas o sobreexplotadas. En concreto, las dos terceras partes de las aguas de la Unión Europea han sido ya esquilmadas.
Lejos de adaptar sus flotas a los recursos, la UE ha dedicado ingentes fondos a subsidiar la construcción de imponentes barcos como el Alakrana, dedicados a la pesca industrial (este buque recibió 4.272.960 de euros para su construcción). Estos barcos, tan necesitados de subvenciones, que la UE proporcionó hasta 2004, tienen otro defecto económico: para ser rentables necesitan un gran volumen de captura. Disponen de medios para llevarla a cabo: radares que detectan los bancos de peces, inmensas redes, cámaras frigoríficas donde almacenar toneladas de pescado... Lo que escasean son los caladeros donde desplegar su potencial. Por eso acuden al Índico. Como se pesca a lo grande, se capturan presas no deseadas. Según denuncia Greenpeace Internacional, al menos un cuarto de todas las criaturas marinas capturadas son arrojados de vuelta al mar, muertos. Ballenas, delfines, albatros, tortugas, que en la industria reciben el nombre de capturas accesorias.
Lejos de elegir un camino de pesca sostenible, la ecuación del incremento del consumo, la escasez de pescado y el exceso de flota se ha solucionado arrendando espacios marítimos de terceros países. Estos ‘alquileres’ de Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) son llamados Acuerdos Bilaterales de Pesca. La Unión Europea afirma que su objetivo es “fomentar la pesca responsable y sostenible en aguas de países no pertenecientes a la UE y ofrecer a la flota europea acceso sólo a los recursos pesqueros allí excedentarios”. De fondo, el gran incremento del consumo. Según la FAO, el consumo de pescado por persona ha aumentado de una media de casi diez kilos en los años ’60 hasta los casi 16,5 kilos de 2005. Y, como todos los crecimientos, éste es dispar: en 2005 los africanos consumían nueve kilos anuales de media, frente a los 22 de la UE. En 1950 las capturas marítimas ascendían a 17 millones de toneladas; en 2007 ya eran más de 91 millones. En Europa se duplicó la captura de menos de seis millones de toneladas a más de 13,5 actualmente. En África en el mismo periodo se ha multiplicado por seis, pasando de poco más de un millón de toneladas de pescado capturado a unos siete millones. Y los datos de la FAO se quedan cortos, pues sólo atañen a la pesca declarada. Sin embargo, los Estados africanos no han multiplicado su capacidad de captura. Se estima que la flota mundial excede dos veces y media lo que realmente se puede pescar, que es cada vez menos.

ACUERDOS
La UE consume mucho más pescado del que producen sus aguas, ya esquilmadas. Muchos países africanos no tiene el capital necesario para una explotación industrial de sus recursos marinos. La solución: alquilar el uso a la UE por precios irrisorios. Unos cinco años de pesca en Comores equivale a un piso de tamaño medio en el centro de Madrid.

CALADEROS
"(...) Aunque la captura de pulpo cayó de 35.000 toneladas en 1992 a sólo 20.000 en 1997, cuando en 1999 la UE negoció un nuevo acuerdo de pesca, exigió a Senegal que autorizara un aumento del 60% de las capturas", afirma el biólogo Alex Aguilar en el estudio Sobre pesca y migración en el África Subsahariana.

INTERVENCIÓN
El 17 de noviembre la UE decidía prolongar un año más la operación Atalanta, con el despliegue de una veintena de barcos y 1.800 soldados. El Gobierno participa en Atalanta con un contingente de 250 militares a bordo de la Fragata Canarias, y en diciembre incorporará efectivos a la misión FINUL de Naciones Unidas en Líbano.

-------------------------------------------------------------------------------------

LAS PRINCIPALES COMPAÑÍAS PESQUERAS
Rianxeira en el Sáhara
"En Marruecos [en los territorios ocupados del Sáhara Occidental], por ejemplo, además de fabricar latas de sardinas, hacemos harina de pescado, extraemos Omega 3 del aceite de pescado", explicaba en 2008 el propio Jesús Alonso Fernández, presidente de Jealsa Rianxeira. Hoy su web no refleja su presencia en los territorios de la ex colonia española y no responden a las exigencias de WSRW. Eso sí, Bureau Veritas certificaba el 19 de noviembre el centro de Jialsa: “Societé Damsa (Laayoune, Marruecos)” de acuerdo a la norma ISO 14001:2004 de gestión ambiental.

¿Lo bueno sabe bien?
Además de pescar en caladeros de todo el continente, Pescanova tiene factorías propias en Namibia, Sudáfrica y Mozambique. Su estrategia se basa en establecer empresas mixtas en estos países con regulaciones ambientales, fiscales y laborales muy endebles, según Alberto Santos, de Alternmundo.org, Además del apoyo del Gobierno namibio, su gran socio en el país, ha contado con el apoyo de investigaciones públicas españoles para saber la situación de estos caladeros. En Mozambique ha conseguido en junio 250.000ha de agua dulce para cultivar panga.

De Bermeo al mundo
"Somos bucaneros en nuestra forma de ser", afirmaba Juan Corrales en 2006 cuando se estrenaba en su cargo de consejero delegado de Garavilla, mucho más conocido por su marca comercial de Atún Isabel. Sus caladeros se centran en Argelia, Túnez, Egipto y cuenta con una planta en Agadir (Marruecos), aunque la sede se encuentra en una de los principales nodos comerciales del atún: Bermeo. En esta ciudad vasca, también está Albacora, que cuenta en estos caladeros con 20 buques pesqueros, algunos de ellos construidos con la financiación de la propia UE.

Abusos laborales
Atún Calvo tiene faenando en aguas del Atlántico y del Índico a ocho buques. Pero ninguna factoría en suelo africano, tras abandonar en 2009 una planta en los terrenos ocupados del Sáhara Occidental. La compañía ha sido denunciada en varias ocasiones por sus prácticas laborales, especialmente las implantadas en su sede de El Salvador. Por su parte, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte reveló que cambiaba las banderas de conveniencia de sus barcos piratas, que cambian de bandera según les interesa para poder explotar a sus marineros.


Extraído del periódico Diagonal.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Elogio del aburrimiento, Santiago Alba Rico.

El capitalismo prohíbe básicamente dos cosas. Una es el regalo. La otra el aburrimiento.
Cuenta Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poetisa, monja y feminista mexicana del siglo XVII, que en una ocasión la abadesa del convento de los Jerónimos, a cuya regla estaba sometida, le prohibió leer y escribir y la mandó castigada a la cocina. Allí entre los fogones Juana Inés estudiaba y escribía con la mente; es decir, pensaba. Del huevo y de la manteca, del membrillo y del azúcar, mientras cortaba y amasaba y freía, sacaba una consideración, una reflexión, un hilo interminable de conjeturas, y esto hasta el punto de llegar a afirmar con desafiante ironía en su conocida carta a sor Filotea: “Si Aristóteles hubiera cocinado, habría pensado más y mejor”.

Si a Juana Inés, en lugar de a la cocina, la hubiesen mandado a Disneylandia, donde se hubiese aburrido menos, quizás habría dejado de leer, estudiar y pensar sin ninguna prohibición.

Contaba Rosa Chacel, una de las más grandes novelistas españolas del siglo XX, que en los años cincuenta, mientras redactaba su novela La Sinrazón, tenía la costumbre de pasar horas recostada en un sofá de su salón. La mujer de la limpieza, con la escoba en la mano, le dirigía siempre miradas entre compasivas y reprobatorias: “Si hiciera usted algo, no se aburriría tanto”. Pero es que Rosa Chacel hacía algo: estaba pensando; y hasta cambiar de postura podía distraerla de su introspección o devolverla dolorosamente a la superficie.

Si Rosa Chacel hubiese pasado horas y horas delante de la televisión, y no dentro de sí misma, jamás habría escrito ninguna de sus novelas.

Hay dos formas de impedir pensar a un ser humano: una obligarle a trabajar sin descanso; la otra, obligarle a divertirse sin interrupción. Hace falta estar muy aburrido, es verdad, para ponerse a leer; hace falta estar aburridísimo para ponerse a pensar. ¿Será bueno? ¿Será malo? El aburrimiento es la experiencia del tiempo desnudo, de la duración pastosa en la que se nos enredan las patas, del líquido viscoso en el que flotan los árboles, las casas, la mesa, nuestra silla, nuestra taza de leche. Todos los padres conocemos la angustia de un niño aburrido; todos los que fuimos niños -antes, al menos, de los videojuegos y la televisión- sabemos de la angustia de un niño aburrido pataleando en el ámbar espeso de una tarde que no acaba de morir. No hay nada más trágico que este descubrimiento del tiempo puro, pero quizás tampoco nada más formativo. Decía el poeta Leopardi que “el tedio es la quintaesencia de la sabiduría” y el antropólogo Levi-Strauss, recientemente fallecido, aseguraba haber escrito todos sus libros “contra el tedio mortal”. Uno no olvida jamás los lugares donde se ha aburrido, impresos en la memoria -con grietas y matices- como en el diario de campo de un naturalista. Uno no olvida jamás el ritmo de las cosas, la finitud de los cuerpos, la consistencia real de los cristales, si alguna vez se ha aburrido. “Amo de mi ser las horas oscuras”, decía Rainer María Rilke, porque las oscuras son no sólo la medida de las claras sino la pauta narrativa de unas y de otras. El aburrimiento, sí, es el espinazo de los cuentos, el aura de los descubrimientos, el gancho de toda atención, hacia fuera y hacia dentro.

El capitalismo prohíbe las horas oscuras y para eso tiene que incendiar el mundo. El capitalismo prohíbe el aburrimiento y para eso tiene que impedir al mismo tiempo la soledad y la compañía ¡Ni un solo minuto en la propia cabeza! ¡Ni un solo minuto en el mundo! ¿Dónde entonces? ¿Qué es lo que queda? El mercado; es decir, esa franja mesopotámica abierta entre la mente y las cosas, ancha y ajena, donde la televisión está siempre encendida, donde la música está siempre sonando, donde las luces siempre destellan, donde las vitrinas están siempre llenas, donde los teléfonos celulares están siempre llamando, donde incluso las pausas, las transiciones, las esperas, nos proporcionan siempre una emoción nueva. El capitalismo lo tolera todo, menos el aburrimiento. Tolera el crimen, la mentira, la corrupción, la frivolidad, la crueldad, pero no el tedio. Berlusconi nos hace reír, las decapitaciones en directo son entretenidas, la mafia es emocionante. ¿Cuál era el peor defecto de la URRS, lo que los europeos nunca pudimos perdonarle, lo que nos convenció realmente de su fracaso? Que era un país muy aburrido.

Eso que el filósofo Stiegler ha llamado la “proletarización del tiempo libre”, es decir, la expropiación no sólo de nuestros medios de producción sino también de nuestros instrumentos de placer y conocimiento, representa el mayor negocio del planeta. El sector de los video-juegos, por ejemplo, mueve 1.400 millones de euros en España y 47.000 millones de dólares en todo el mundo; el llamado “ocio digital” más de 177.000 millones de euros; la “industria del entretenimiento” en general -televisión, cine, música, revistas, parques temáticos, internet, etc- suma ya 2 billones de dólares anuales. “Divertir” quiere decir: separar, arrastrar lejos, llevar en otra dirección. Nos divierten. “Distraer” quiere decir: dirigir hacia otra parte, desviar, hacer caer en otro lugar. Nos distraen. “Entretener” quiere decir: mantener ocupado a alguien en un hueco donde no hay nada para que nunca llegue a su destino. Nos entretienen. ¿Qué nos roban? El tiempo mismo, que es lo que da valor a todos los productos, mentales o materiales.

El capitalismo y su industria del entretenimiento construyen todo lo contrario de una cultura del ocio. En griego, ocio se decía “skhole”, de donde viene la palabra “escuela”. El proceso es más bien el inverso, pues la escuela misma -la cocina del pensamiento, el fogón del tiempo, donde Juana Inés y Rosa Chacel horneaban sus obras- ha claudicado a la lógica del entretenimiento. Ahora no se trata de comprender o de conocer sino de conseguir que, en cualquier caso, la escuela y la universidad no sean menos divertidas que la televisión, los vídeo-juegos y Disneylandia. ¿Los alumnos estarán más atentos si los maestros utilizan pizarras electrónicas? ¿Aprenderán mejor inglés en internet con Marina Orlova, la escultural filóloga rusa en minifalda? ¿Sabrán más matemáticas o latín si acuden a la universidad de Bolonia atraídos no por sus programas y profesores sino por las cuatro modelos de cuerpos zigzagueantes contratadas para los carteles publicitarios? Lo que es seguro es que, con esta lógica, que es la del mercado, los profesores llevan todas las de perder: Aristóteles y la física cuántica nunca podrán rivalizar con Shakira y la última play-station.

Según una reciente encuesta, uno de cada veinte niños británicos están convencidos de que Hitler fue un entrenador de fútbol y uno de cada cinco creen que Auschwitz es un Parque Temático. Para muchos de ellos el Holocausto es el nombre de una fiesta.

Quizás deberíamos aburrirnos un poco más.

Santiago Alba Rico.

Extraído de la página web Rebelion

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Barrio de Maré, Río de Janeiro.

En París, el barrio de Le Marais es uno de los más modernos y cosmopolitas de la ciudad, dominado por negocios y sedes bancarias. Toma su nombre de “marisma” debido a que se creó robándole espacio al mar. En Río de Janeiro existe otro barrio con el mismo sistema de origen y denominación, Maré, pero no se parece nada al francés. En el barrio carioca viven 132.000 personas agrupadas en dieciséis favelas. El primero ocupa en los medios de comunicación páginas de vida social y de gays modernos e integrados (son los protagonistas de la película Paris je t'aime), al segundo, sólo se le conoce por la violencia, el crimen y el narcotráfico.


El complejo Maré, en el norte de la ciudad, es el lugar que nunca visitará un turista en Río de Janeiro ni tampoco un habitante acomodado de la ciudad. Dominado por la pobreza de la economía sumergida, la falta de colegios y sin ningún hospital, sus habitantes intentan explicar que la gran mayoría no son los protagonistas de la violencia sino sus víctimas. En las favelas de Maré, son miles las personas que no existen para la Administración brasileña porque no se censaron, sus precarias viviendas son ilegales y los programas sociales del gobierno Lula no terminan de generalizarse por la falta de información o la situación de alegalidad de sus habitantes que parece que sólo interesan a la policía que entra todos los días en sus coches blindados a enfrentarse (o apoyar) a algunas de las bandas que dominan el barrio.
El mes pasado terminó una guerra entre grupos armados de narcotraficantes que duró cinco meses y dejó cincuenta muertos. Durante ese tiempo se vivió un toque de queda no declarado, los colegios no funcionaron y los tiroteos eran constantes día y noche entre facciones rivales que circulaban entre barricadas construidas en las calles. La policía se dedicó a formar parte de la guerra poniéndose al servicio de la banda que más pagara, un grupo de narcos llegó a alquilarles tres carros blindados. Hoy el barrio se lo reparten tres facciones de traficantes y una milicia de limpieza social estrechamente relacionada con los sectores más corruptos de la policía. Cada grupo puede estar integrado por unos doscientos hombres armados, ninguno de los cuales puede pisar el sector de otro grupo al tiempo que se encarga de eliminar al que quiera entrar en su territorio. En las calles fronterizas hay muertos todos los días. No existen datos oficiales de violencia porque ésta solo sirve para llenar páginas sensacionalistas de la prensa y criminalizar a todos los que allí viven. Sin embargo, sus habitantes me insisten en que apenas el 2 o el 3% de los pobladores están relacionados con los grupos armados y el crimen, la mayoría son gente sencilla: vendedores ambulantes, albañiles, empleadas domésticas, pescadores. Gente que sólo quiere vivir en paz.
A Maré se llega tras viajar media hora en un destartalado autobús sin amortiguadores y atravesar la Avenida de Brasil por alguno de sus pasos elevados peatonales. Las líneas de autobuses se quedan a la entrada del barrio, los vecinos deben entonces llegar a sus casas en bicicleta, mototaxis o pequeños buses que sólo circulan por el complejo. Quien me acompaña por el barrio, me va indicando el nivel de peligro de cada calle, los pocos puntos que puedo fotografiar (muy pocos) y las personas que mejor no debo mirar a la cara. En el suelo, los charcos de aguas inmundas salpican el terreno; en el aire, los cables de las tomas ilegales de electricidad. Algunas de las viviendas en zonas recientemente ocupadas no tienen luz ni agua. La falta de asistencia sanitaria de urgencia es alarmante. Sólo existe un precario puesto extrahospitalario de 24 horas para los más de cien mil habitantes. Para la asistencia hospitalaria deben ir al Hospital General de Buen Suceso, fuera del complejo, donde la saturación es tal que deben esperar muchas horas para ser atendidos y en muchas ocasiones deben volverse a casa sin que les vea el médico.
La mayoría de los políticos sólo se acuerda de favelas como las de Maré en tiempos de elecciones. Con la ayuda de sus colaboradores y de alguna de las iglesias que salpican sus calles convocan a los ciudadanos, en muchas ocasiones ni siquiera los candidatos van, sus acólitos se encargan de repartir comida u organizar una jornada de asistencia odontológica que les permite garantizarse el voto de muchos. Puede bastar un saco de arroz o un juguete para tener garantizado el apoyo. Con la excepción de algún político honesto, la gran mayoría de partidos y candidatos se encuentra a gusto con el sistema. Los candidatos que han intentado cambiar el modelo organizar a los vecinos han acabado amenazados y su vida corre peligro si pisan las calles de Maré. Es el caso del diputado Marcelo Freixo, que dirigió una comisión para investigar las milicias de las favelas de Río y hoy está bajo protección policial por las amenazas de estos grupos armados. La connivencia entre traficantes y milicias con los políticos corruptos garantiza que no surja ningún movimiento ni liderazgo político, la desmovilización de los ciudadanos acaba siendo estremecedora. En los informativos Maré sólo es noticia por la violencia o cuando se celebra un evento deportivo pagado por alguna gran organización.
Otra característica que impresiona a quienes se adentran en Maré es la presencia de Iglesias. Probablemente más de una por manzana, pueden ser unas doscientas: católicas, protestantes, baptistas, evangélicas... Su labor de alienación es indiscutible, el mensaje de que la realidad es voluntad de Dios más que de las reivindicaciones y conquistas de los grupos sociales organizados colabora en el mantenimiento y la resignación de muchos de los pobladores de las favelas. La condena de algunas de ellas de los métodos anticonceptivos, en especial las evangélicas, permite que la maternidad precoz y la natalidad se dispare entre sus habitantes. Las jóvenes inician su década de los veinte años ya con tres y cuatro hijos.
Maré comenzó a crearse en 1934, con la emigración de brasileños procedentes del nordeste del país. Los asentamientos se inician en lo largo de la Avenida de Brasil y van avanzando hacia el norte. Su denominación, al igual que en el barrio de París, la toman de su origen pantanoso y de marismas que van resecando desde los años cincuenta para hacerlas habitables.
Pero no todo es tragedia en Maré, muchas gentes luchan por mejorar las condiciones de vida. De hecho, me cuentan que la mayoría de los habitantes no quiere irse de allí, pero sí quisieran mejorar la situación de violencia y la habitabilidad de sus construcciones e infraestructuras, el sistema de saneamiento se desborda con frecuencia con las lluvias. El Centro de Estudios y Açoes Solidárias da Maré (Ceasm) dispone de una Casa de Cultura con numerosas actividades, desde biblioteca a clases de danza o servicios de informática. Incluso han creado el museo de Maré con la historia de un barrio al que, a pesar de todo, siguen amando. Mientras fuera de allí todo el mundo asocia Maré a violencia y droga, ellos quieren destacar que poseen una identidad cultural muy distinta de esos estereotipos y recuerdan que esa violencia es consecuencia de la falta de unos políticas públicas sociales que reivindican para su barrio. De todo ello hablan en la revista O Cidadao (El Ciudadano) de la cual reparten veinte mil ejemplares cada mes. Es verdad que el narcotráfico está omnipresente en el barrio, pero el consumo no es muy diferente del de cualquier otro lugar de la ciudad, sus habitantes no tienen dinero para ser grandes consumidores. El problema son los grupos de narcos que han convertido el complejo en un centro de almacén y distribución de droga para el resto del país. Por sus calles se les puede ver esgrimiendo sus fusiles de asalto con total impunidad.


Uno abandona Maré viendo a lo lejos la espalda de la estatua del Cristo Redentor, en lo alto del cerro de Corcovado. Ojalá si el Cristo no se da la vuelta para preocuparse más por esas 132.000 almas lo hagan los gobernantes y la clase política brasileña. Mientras tanto cada día amanecerán en esas favelas hombres, mujeres y niños que nunca visitarán en París ese barrio que se llama como el suyo y que luchan por sobrevivir en un mundo que parece que les tiene relegados a las páginas de sucesos.

Extraído del blog de Pascual Serrano.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La abolición y extinción del Estado, Camilo Berneri.

Mientras nosotros, los anarquistas, queremos la extinción del Estado mediante la revolución social y la constitución de un orden nuevo autonomista-federal, los leninistas quieren la destrucción del Estado burgués, pero asimismo la conquista del Estado por el “proletariado”. El “Estado del proletario” -dicen- es un semi-Estado porque el Estado integral es el burgués, destruido por la revolución social. Incluso este semi-Estado, según los marxistas, debe a su vez morir de muerte natural.
Esta teoría de la extinción del Estado, básica en el libro de Lenin “El Estado y la revolución” fue tomada de Engels, que en La subversión de la ciencia por el señor Eugen Duhring, dice:

“El proletariado toma el poder del Estado y transforma inmediatamente los medios de producción en propiedad del Estado. Por este acto se destruye a sí mismo en tanto que proletariado. Elimina las diferencias de clases y todas las contradicciones de clases, y al mismo tiempo incluso al Estado en cuanto Estado.
La antigua sociedad, que existía y existe, a través de los antagonismos de clase, tenía necesidad del Estado, es decir de una organización de la clase explotadora de cada período histórico para mantener las condiciones externas de producción. En particular, el Estado tenía como tarea mantener por la fuerza a la clase explotada en condiciones de opresión necesarias para el modo de producción existente (esclavitud, servidumbre, trabajo asalariado).
El Estado era el representante oficial de toda la sociedad y su expresión sintetizada en una realidad visible, pero sólo porque era el Estado de la clase que, en cada época, representaba la totalidad real de la sociedad: Estado antiguo de los ciudadanos propietarios de esclavos; Estado medieval de la nobleza feudal; Estado moderno de la burguesía de nuestra época, al menos desde el siglo pasado.
Sin embargo si llegara a representar la realidad de toda la sociedad, se volvería él mismo superfluo. Desde que no era más necesario mantener ninguna clase social oprimida, desde el momento que son eliminadas conjuntamente con la soberanía de clase la lucha por la existencia individual, determinada por el antiguo desorden de la producción, y los conflictos y excesos que eran su resultado, la represión se hace innecesaria, y el Estado deja de ser necesario.
El primer acto por el cual el Estado se manifiesta realmente como representante de la sociedad entera, es decir la apropiación de los medios de producción en nombre de la sociedad, es al tiempo el último acto propio del Estado. La intervención del Estado en la vida de la sociedad se vuelve superflua en todos los campos, uno después de otro, y cae por sí solo en desuso. El gobierno de los hombres es reemplazado por la administración de las cosas y la dirección del proceso de producción. El Estado no es “abolido”, sino que muere. Bajo esta perspectiva es necesario situar la palabra de orden “Estado libre del pueblo”, en un sentido de agitación que, en un tiempo, tuvo derecho a la existencia y en último análisis, es científicamente insuficiente. Es necesario, igualmente, situarse bajo esta perspectiva para examinar las reivindicaciones de los llamados anarquistas, que quieren abolir el Estado de un día para otro.”

Entre el Estado de hoy y la Anarquía de mañana, estaría el semi-Estado. El Estado que muere y “el Estado en cuanto Estado”, es decir, el Estado burgués. Y es en este sentido que se ha tomado la frase, que a primera vista parece contradecir la tesis del Estado socialista. “El primer acto en que el Estado se manifiesta realmente como representante de toda la sociedad, es decir la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, es al mismo tiempo el último del Estado”.
Tomada literalmente, y arrancada de su contexto esta frase podría significar la simultaneidad temporal de la socialización económica y de la extinción del Estado.
De esta manera incluso, tomada literalmente, la frase referente al proletariado destructor de sí mismo como proletariado en el acto de apoderarse del poder del Estado, vendría a significar la no necesidad del “Estado proletario”. En realidad Engels, bajo la influencia del “estilo dialéctico”, se expresa muy poco felizmente. Entre el hoy burgués-estatal y el mañana socialista-anárquico, Engels reconoce una cadena de etapas sucesivas, en las que Estado y proletariado coexisten. Para arrojar una luz en esa oscuridad... dialéctica, y la alusión final a los anarquistas “que quieren abolir el Estado de un día para otro”, o sea que no admiten el período de transición con respecto al Estado, cuya intervención –según Engels- se vuelve superflua “en todos los campos, uno después de otro”, o sea gradualmente.
Creo que la posición leninista frente al Estado coincide estrechamente con la asumida por Marx y Engels, cuando se interpreta el espíritu de los escritos de estos últimos, sin dejarse engañar por la ambigüedad de alguna formulación.
Para el pensamiento político marxista-leninista, el Estado es el instrumento político transitorio de la socialización, transitorio por la esencia misma del Estado, que es la de un organismo de dominio de una clase sobre otra. El Estado socialista, al abolir las clases, se suicida. Marx y Engels eran metafísicos, a los cuales ocurría con frecuencia esquematizar los procesos históricos por fidelidad al sistema que habían inventado.
“El proletariado”, que se apodera del Estado, al que encomienda toda la propiedad de los medios de producción, destruyéndose a sí mismo como proletariado y al “Estado en cuanto Estado”, es una fantasía metafísica, una hipótesis política de las abstracciones sociales.
No es el proletariado ruso quien se apoderó del poder del Estado, sino el partido bolchevique, que no destruyó enteramente el proletariado, y que creó, en cambio, un capitalismo de Estado, una nueva clase burguesa, un conjunto de intereses vinculados al Estado bolchevique, que tienden a conservarse en la medida que se conserva aquel Estado.
La extinción del Estado está más lejana que nunca en la URSS, donde el intervencionismo estatal es cada vez más vasto y opresivo, y donde las clases no han desaparecido.
El programa leninista de 1917 comprendía estos puntos: supresión de la policía y del ejército permanente; abolición de la burocracia profesional; elecciones para todas las funciones y cargos públicos; revocabilidad de todos los funcionarios; igualdad de las remuneraciones burocráticas con los salarios obreros; máxima democracia; pluralidad pacífica de los partidos en el interior de los Soviets; derogación de la pena de muerte. Ninguno de estos puntos programáticos se ha cumplido.
En la URSS hay un gobierno que es una oligarquía dictatorial. El Bureau Político del Comité Central (19 miembros) domina al partido comunista ruso, que a su vez domina a la URSS. Todo color político que no pertenezca a los súbditos, es tachado de contrarrevolucionario. La revolución bolchevique generó un gobierno satúrnico, que deporta a Riazanov, fundador del Instituto Marx-Engels, mientras está dirigiendo la edición integral y original de El Capital; que condena a muerte a Zinoviev, presidente de la Internacional Comunista, así como a Kamenev y a muchos otros entre los más altos exponentes del leninismo, que excluye del partido, para enseguida expulsarlo de la URSS a un “jefe” como Trotsky, que en suma castiga sin consideración y se ensaña contra el ochenta por ciento de los principales militantes leninistas.
Lenin escribía en 1920 un elogio de la autocrítica en el seno del Partido Comunista, pero hablaba de los “errores”, reconocidos por el “partido”, y no del derecho del ciudadano a denunciar los errores, o lo que le ha parecido como tales, del partido del gobierno.
Aun siendo Lenin dictador, cualquiera que denunciase oportunamente aquellos mismos errores que el propio Lenin reconocía retrospectivamente, arriesgaba, o soportaba, el ostracismo, la prisión o la muerte. El sovietismo bolchevique era una atroz burla, también de parte de Lenin, que glorificaba el poder demiúrgico del comité central del Partido Comunista ruso en toda la URSS diciendo: “En nuestra república no se decide ningún asunto importante, ya sea de orden público, o relativo a la organización de una institución estatal, sin las instrucciones directivas que emanan del Comité Central del Partido.”
Quien dice “Estado proletario”, dice “capitalismo de Estado”. Quien dice “dictadura del proletariado”, dice “dictadura del partido comunista”.
Leninistas, troskistas, bordiguistas, centristas, sólo están divididos por diferentes concepciones tácticas. Todos los bolcheviques, cualquiera que sea la fracción a que pertenezcan, son partidarios de la dictadura política y el socialismo de Estado. Todos están unidos por la fórmula “dictadura del proletariado”, forma equívoca, correspondiente al “pueblo soberano” del jacobinismo. Cualquiera sea el jacobinismo está condenado siempre a desviar la revolución social. Y cuando ésta se desvía se perfila la sombra de un Bonaparte.
Se necesita ser ciego para no ver que el bonapartismo stalinista, no es más que la sombra del dictatorialismo leninista.

24 de octubre de 1936.
Publicado en el tercer número de Guerra di classe.



Texto extraído del libro Guerra de clases en España, 1936-1937. Editorial Tusquets 1977.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Marxistas y anarquistas

“Repetir una y otra vez lo mismo, pensando que el resultado va a ser diferente, es la definición exacta de locura” (Albert Einstein).

En el principio fue el caos. Confundidos cielo y tierra, todo se mezclaba. Anarquistas, marxistas, incluso republicanos y demócratas radicales se amalgamaban en un movimiento indiferenciado que sólo sabía de sí mismo que acababa de independizarse del liberalismo triunfante radicalizando sus abandonadas promesas. Lo llamamos “la Primera Internacional”.
Después todo se rompió y comenzaron los viajes a ninguna parte.
Los anarquistas movilizaron y organizaron a las masas en algunos países.
Emprendieron un gigantesco proyecto pedagógico con ellas. Desarrollaron mecanismos de control obrero en el seno de sus organizaciones que llevaron el concepto de democracia a cotas no vistas anteriormente. Pero, encarados con la tensión máxima del todo o nada, no fueron nunca capaces de sobrevivir a las exigencias de la realidad. En otros países, vegetaron durante decenios sin pasar de un estadio puramente contemplativo y moralista, ocupación de unos pocos tipos bohemios.
Los marxistas decidieron ser “pragmáticos”. Primero se organizaron en partidos y llegaron a los parlamentos para obtener el poder pacíficamente y transformar el mundo por etapas. Se convirtieron en burócratas patrioteros que jaleaban las guerras imperialistas. Ante semejante espectáculo, su ala radical decidió desarrollar una orientación más salvaje. Cartografiando una auténtica ciencia práctica de la organización, encuadraron a lo más granado, honrado y generoso de numerosos países y tomaron el poder en ellos, para perderlo después, mientras sus orgullosos estados proletarios se transformaban en aparatos burocráticos, dominados por una incipiente clase explotadora dogmática, inútil y enceguecida por su propia verborrea, siempre dispuesta a rendirse al enemigo.
Ninguno (ni anarquistas ni comunistas) venció.
Lo repetimos, por si alguien no lo tiene claro: ninguno venció. Ninguno transformó el mundo.
Los anarquistas nos han dejado un gigantesco monumento a la libertad de individuo y a la autogestión. De hecho, ahora, actuar como si el Este Europeo no hubiese existido es simplemente imposible. Cualquier apuesta revolucionaria consecuente debe incluir claros límites al estatismo y a la burocracia, claras apuestas por el ejercicio directo del poder por parte de la clase en la política y en el lugar de trabajo. Directo y sin mediaciones: la famosa autogestión.
Los marxistas construyeron un gigantesco edificio teórico y organizativo. Creer que se puede actuar en el mundo sin conocer la magnífica obra de interpretación y anatomía del capitalismo, levantada por Marx y sus epígonos, es impensable a día de hoy. Analizar el mundo, organizar la resistencia más allá del espontaneísmo del momento: Organización y Ciencia (¿les suena?).
Así que aquí estamos. E, insistimos: ambos fracasaron.
El absurdo más tenaz es lo único que sostiene las ditirámbicas provocaciones de distintas Iglesias sobre la vida de Melchor Rodríguez, la condición profesional de Noam Chomsky o la supuesta malevolencia de ciertas herramientas de trabajo rusas. El absurdo elevado al cuadrado, cuando se expresa en la inútil violencia de quienes quieren ganar una guerra perdida hace cincuenta años, pegando de tortas a algún despistado. Por cierto, así mismo es como se perdió esa guerra.
El principio del placer, ciertamente, nos invita a jugar con nuestros juguetitos: nuestras banderitas, nuestras bonitas siglas, nuestra bendita bronca folclórica entre anarquistas y marxistas… Así nos sentimos de la CNT o del Partido bolchevique, y nos ilumina la luz radiante de la historia de revoluciones que no hemos hecho. Es más confortante y nos sentimos muy como en casa.
Pero el principio de la realidad nos recuerda que ambas ramas son enormemente inspiradoras y bellas, en su asimetría, en su tenaz apuesta, en su exigencia irrenunciable de un mañana distinto. Son inspiradoras y bellas. Pero nada más. Debemos conocerlas y respetarlas, estudiarlas y transmitirlas, pero sólo si nos damos cuenta de que el camino abierto ante nuestros ojos debemos recorrerlo nosotros mismos, sin Manuales de Uso ni Biblias, sin repetir una y otra vez los mismos senderos que históricamente no han conducido a nada, podremos avanzar algún paso.
No nos toca elegir bando. Sino construir lo nuevo. Si no lo hacemos no estaremos a la altura de los desafíos de nuestro tiempo.


José Luis Carretero, extraído de Klinamen.

Cuando los dioses eran como el hombre. Mesopotamia, 3000 a.C.

La leyenda sobre un Diluvio destructor que hizo sucumbir a la humanidad se repite en la mayoría de las civilizaciones. La encontramos tanto en relatos mayas, como chinos, como en la Biblia, que es deudora de la visión sumeria.
La primera versión sumeria conocida se encuentra en la Epopeya de Gilgamesh, cuyas tablillas fragmentadas se hallaron en lo que se llamó la Biblioteca de Asurbanipal, en Nínive. Sin embargo, posteriormente se descubrió la versión de otro poema que también hacía referencia al Diluvio y que es conocido como El poema del muy sabio Atharasis, aunque el verdadero título babilónico es Cuando los dioses eran como el hombre.
El poema se inicia en un tiempo en que los hombres no poblaban la Tierra. Sólo los dioses la habitaban y, sin embargo, ya estaban divididos en dos clases: los igigi, que trabajaban la tierra y que con su sacrificio y con el producto de su trabajo alimentaban y facilitaban la vida a la aristocracia de los dioses y los annunaki, que no tenían que trabajar para vivir, pues los igigi ofrecían la mayor parte de su producto de trabajo a los difetentes anunnakis, a los que servían. Estos, pues, vivían del trabajo de otros. "Los siete Grandes Anunnaki fueron los que hicieron que los dioses menores sufrieran el trabajo".
Los igigi se hartan del sometimiento a la obligación del trabajo que consideran un castigo, pues "su tarea era considerable, pesada su pena y un sinfín de tormentos". Agotados, se niegan a trabajar, "hartos de sufrirlo gritaron ¡Basta!" e unician un movimiento de huelga quemando las herramientas, "arrojando al fuego sus aperos quemando sus azadas, incendiando sus cuévanos", e incluso "poniéndose en camino en plena noche, para cercar el palacio de su amo (patrono), el soberano dios Enlil, con intención de destronarle".
Entre los annunnaki cunde el miedo y la preocupación, "¿cómo van a subsistir si nadie quiere trabajar para producir los alimentos?, ¿tendrán los señores que trabajar si quieren seguir viviendo?". Enlil trata de reducir a los rebeldes por la fuerza, pero éstos resisten y deciden llegar hasta el final; están dispuestos a todo antes de continuar con el duro trabajo. Enlil se desanima y junto a él los dioses annunnaki, por un momento, se ven derrotados. La sociedad divina está al borde de la descomposición y se vislumbra una nueva sociedad anárquica, sin gobierno ni dominio de unos sobre los otros.
Los dioses annunnaki se reúnen en Consejo para discutir sobre el problema. Ea, consejera de Enlil, que destaca por su astucia y lucidez, por el dominio de las técnicas y por su capacidad de adaptación, propone a los dioses sustituir a los recalcitrantes igigi, creando un sucedáneo capaz de soportar el trabajo impuesto por Enlil y los demás annunnakis. Estos sucedáneos deberán asumir la carga que los rebeldes igigi se niegan a hacer: estos serán los seres humanos.
Ea expone su ingenioso plan. Los humanos se construirán a semejanza de los dioses inferiores igigi, se moldearán de barro (material que se encuentra en abundancia por todo el país), de esa tierra a la que tendrán que volver cuando mueran. Pero para tener y conservar algo de semejanza con los dioses inferiores (igigi), a los que han de sustituir, al moldear el barro, en lugar de agua, se empleará la sangre de uno de esos dioses inferiores y rebeldes, la de We, que, sin duda, se había significado en la rebelión y al que los dioses annunnaki detentadores del poder condenan a morir descuartizado. Ea, encarga a Mami (Nintu) "la experta, la comadrona de los dioses" la ejecución de los humanos, mientras ella supervisará la elaboración de los catorce ejemplares: siete machos y siete hembras, que serán "los padres de la humanidad".
Sin embargo, "no habían pasado doscientos años, cuando la población de los humanos se había multiplicado extraordinariamente y la Tierra mugía como un toro" y este gran clamor -seguramente de rebelión o de fiesta- de los humanos contra el trabajo forzado "molestaba a los dioses y quitaba el sueño a Enlil". Para reducir al silencio a estos humanos tan gritones, Enlil decide castigarlos severamente y el primer castigo es una mortífera epidemia. Pero Ea, consciente de que un exterminio de los humanos también sería fatal para los dioses, hace que Atharasis, su ser protegido y hombre de confianza, aconseje a los demás humanos que dediquen todos sus sacrificios, es decir, que paguen sus tributos, a Namtorm el dios de las epidemias, así los otros dioses, al no recibir nada y temer ser acosados por la necesidad y el hambre, presionarán a Enlil y le obligarán a ceder; cosa que así sucede. Enlil, decide entonces castigar a los humanos chillones con una gran sequía, pero Ea repite la jugada y los humanos, temerosos, aceptan, aparentemente, reintegrarse al orden establecido.
Pero el orden que imponen los dioses no es, de nuevo, seguido por los humanos, reiterativamente protestones y gritones. Enlil, cansado de que continuamente le molesten y le quiten el sueño, decide una solución final: eliminará a todos los humanos de un golpe mediante un gran Diluvio. Aunque Enlil prepara su definitivo castigo en secreto, la astuta Ea, que presiente el peligro de tener que trabajar si no hay humanos que lo hagan, consigue, de nuevo, avisar al humano Atharasis y darle las órdenes para que construya un barco en el que refugie a su familia (familia en el sentido amplio, de tribu o pueblo) y a una pareja de animales de cada especie. Así, una vez que Enlil desencadenó el Diluvio, una parte de la humanidad pudo salvarse del castigo de los dioses, pero únicamente para seguir trabajando para ellos.
Al final del poema, Ea acuerda con el Consejo de los dioses que se tomen medidas para frenar el esceso de nacimientos y la proliferación de humanos, para lo cual establece la mortalidad infantil, la esterilidad, el celibato y el tabú del sexo. Ea le dice a Mami: "Oh, diosa del nacimiento, creadora de los destinos... Que haya entre las gentes mujeres estériles y mujeres fértiles. Que haya entre las gentes un demonio pashittu que arranque al bebé entre los muslos de la madre. Establecidas las sacerdotisas, las relaciones sexuales serán tabú y de ese modo se reducirán los nacimientos".
Eso de asesinar mediante el agua a un gran número de personas como castigo por haberse rebelado contra la autoridad, es un hecho que vemos en otros relatos. Así, por ejemplo, cuando la población de Babilonia (entonces una ciudad de un millón de habitantes) se levantó contra el poder despótico de los asirios y se adueñó de la ciudad durante unos años, el rey asirio Senacherib, en el año 689 a.n.e., lanzó contra ella un enorme ejército y la volvió a tomar en su poder, y para castigar a la población insurrecta mandó romper los diques y compuertas de los canales del río Éufrates que pasaba por el centro y regaba la ciudad: murieron miles de personas y todo se perdió.
Aquí, de forma mítica, tenemos explicada la primera rebelión, es decir, la huelga de aquellos que se veían obligados a trabajar para alimentar y enriquecer a otros, en un tiempo en que aún los dioses eran como el hombre. También se nos dice cómo terminaron estos primeros rebeldes y cómo fueron sustituidos por otras gentes, humanos, para que continuaran produciendo y trabajando en beneficio de los ya dioses, y vemos el castigo que se les aplicó, también a éstos, por ser rebeldes y festivos.


3000 a.n.e. MESOPOTAMIA. Una historia de rebelión y diluvio. Artículo escrito por Abel Rebollo e inclído en el libro Días rebeldes. Crónicas de insumisión. Octaedro 2009.

lunes, 26 de octubre de 2009

Barrio de Acari, en el Río Norte de Río de Janeiro.



"Un estudio del Observatorio de Favelas, realizado entre los adolescentes del tráfico de la Maré, revela que el 70% no tiene interés político. Ya se acabaron los tiempos en los que se podía hablar de las guerrillas de pensamiento marxista; ahora han sido sustituidas por las violentas mafias de la droga. Eso es lo que son. Sin más vueltas. Y se alimentan de la espiral de extrema pobreza de la gente. "Sus sueños son consumistas", afirma Raquel Widallino, una de las directoras del observatorio. Ni política ni inquietudes sociales. El progresista diputado Fernando Gabeira piensa que los "traficantes ni siquiera tienen fuerza ideológica".
Talys Motta -40 años, vendedor de libros- es el hombre/excepción: conoce los dos Ríos paralelos. Sabe cómo y cuándo entrar en las favelas. Frecuenta fiestas pijas de la zona sur. Pero conoce los códigos de Río Norte. Incluso frecuenta la verdadera "Franja de Gaza", en Manguinhos, mucho más cruda que la de Santa Teresa. De noche, no para en semáforos en rojo. A veces, afirma, "en área de traficantes, la clave es apagar y encender rápidamente las luces". A bordo de su coche destartalado, Talys explica cómo los niños entran en el tráfico como olheiros (vigilantes) o fogueteiros (lanzan cohetes de aviso cuando llega la policía). Evolucionan a vapores (vendedores). "Muchos se quedan en el camino", dice. Durante los dos años que duró el estudio del Observatorio, 45 de los jóvenes fueron asesinados. "Empiezas en el crimen", remata Talys, "y no consigues salir".
Las líneas de separación son casi imperceptibles. Jamaica, un joven negro de la favela Fallet, encarna como nadie al adolescente-que-acaba-delinquiendo. Pisó durante años el "asfalto" de Santa Teresa para vender pantalones, camisetas, objetos robados. De repente, vendía marihuana y cocaína. Jamaica desapareció con 10 reales prestados "para comprar pañales para su hijo". Nunca más dio señales de vida.
Las cifras impresionan: se calcula que unas 100.000 personas trabajan para los narcotraficantes en Río."
("Río de Janeiro, ciudad de Dios y del Diablo", Bernardo Gutiérrez.)


Enlace al reportaje de El País Semanal.

viernes, 8 de mayo de 2009

Catharsis

Catharsis "Sabbat" de su brutal disco Passion, 2000. Una banda genial, repleta de fuerza y clase. Baila entre las llamas de un mundo que se quema.



miércoles, 6 de mayo de 2009

The Smiths

The Smiths "There is a light that never goes out" de su genial disco The Queen Is Dead, año 1986. Siempre habrá luces que no se apaguen.



lunes, 4 de mayo de 2009

Darkest Hour

Darkest Hour "Demon(s)", de su disco Deliver Us, año 2007.



miércoles, 29 de abril de 2009

Seis días en Faluya y Alguien tiene que irse.

Cuando se cumplen seis años de la invasión, ocupación y destrucción de Iraq, con más de 1 millón de muertos y 5 millones de desplazados en un país hoy sin médicos ni maestros ni poetas, desprovisto de servicios mínimos, hambreado y enfermo, entregado a fanáticos y criminales, abandonado a su suerte por el resto del mundo, que está más pendiente del menú del G-20 o del vestuario de Hillary Clinton, sólo la Konami Digital Entertainment nos devuelve a la memoria la existencia de ese horror distante. A la empresa estadounidense no le importa ganar dinero si es para aumentar la insensibilidad; no le importa vender sus productos en todo el mundo si es para disminuir la conciencia. Con un esfuerzo combinado de erudición y maestría técnica, recogiendo imágenes de archivo y testimonios de protagonistas, inspirándose en Shakespeare y Hemingway, la empresa ha creado el videojuego Seis Días en Faluya, que permite a sus usuarios experimentar minuto a minuto las emociones del fósforo blanco y la ejecución de prisioneros, en medio de estruendos tan falsos que parecen reales, con gráficos tan imposibles que parecen auténticos. Resignados a hacerse ricos con tal de dañar más mentes, transigiendo a la fama a cambio de degradar un poco más los espíritus, los creadores de Seis Días en Faluya afrontan el desafío –dice Peter Tamte, presidente de la compañía- de “presentar los horrores de la guerra en un juego al mismo tiempo muy divertido”. ¿Nos parecerán más horribles los horrores o más divertida la diversión? ¿Nos horrorizará divertirnos o nos divertirá horrorizarnos? ¡Qué horror el placer de matar! ¡Qué placer el horror de matar! La primera conquista de Faluya en noviembre del 2004, poco creíble, inspiró esta versión original que la próxima conquista de Faluya imitará; los marines que participaron en la primera conquista de Faluya, asesores hoy de Konami Digital Entertaintment, se sacrificaron para que los marines que conquisten por segunda vez Faluya –dondequiera que esté- hayan podido destruirla en un juego real antes de destruirla en una realidad recreativa.


Mientras en España 5.000 nuevos parados se suman todos los días a las listas del INEM y las clases medias recurren a los comedores municipales, mientras en EEUU 663.000 trabajadores perdían sus empleos en el mes de marzo y miles de personas son cotidianamente desalojadas de sus casas, sólo la cadena de televisión Fox afronta e interviene decisivamente en la crisis económica mundial. Resignada a ver aumentar sus índices de audiencia con tal de imitar a Nerón, transigiendo a la riqueza si es para apoyar y estimular la esclavitud, el canal estadounidense estrenará en las próximas semanas un nuevo reality show de nombre Alguien tiene que irse . En la antigua Roma los espectadores del circo disfrutaban viendo cómo los esclavos se mataban los unos a los otros y se ensañaban entre sí para sobrevivir hasta la próxima batalla; los espectadores estadounidenses –y enseguida españoles- disfrutarán viendo cómo los empleados de las empresas en crisis deciden entre ellos, contra ellos mismos, quién debe ser despedido para ahorrar gastos al dueño de la compañía o, lo que es lo mismo, quién debe sobrevivir hasta el próximo despido. A la empresa holandesa Endemol, contratada para la producción, no le importa tener que revalorizar su cotización en bolsa si es para despreciar a las víctimas del capitalismo; a la Fox no le importa superar en audiencia a la CNN si es para degradar, humillar y desmovilizar a los trabajadores amenazados. Mike Darnell, el genio de la telerrealidad de Fox, declaró al Washington Post sin ningún empacho que está “convencido de que los millones de estadounidenses que temen perder su empleo o ya lo han perdido se pegarán a la televisión para seguir la serie”. Programa de esclavos para esclavos, el número de espectadores aumentará a medida que se agrave la crisis; programa de infelices para infelices, la crisis proporcionará así a los rencorosos el exutorio emotivo de una venganza dirigida –no hacia los responsables, no, excluidos de las deliberaciones- sino hacia los que todavía sobreviven a los zarpazos del capitalismo. La crisis, después de todo, vale la pena: unos ganan mucho dinero y otros sienten el placer de perderlo todo ante las cámaras o el de ver a otros seguir el mismo destino en la pantalla.


Seis días en Faluya y Alguien tiene que irse son apenas dos muestras de un rutinario “estado del mundo y estado del alma”, por evocar la definición que hacía Kafka del capitalismo. En ambos casos, aceptamos como natural, como normal, como deseable, como inevitable, una realidad que nunca es tan horrible como para que –gag visual mediante- no nos proporcione también placer. El capitalismo indemniza cada horror real con un juego mucho más real aún; compensa cada dolor auténtico con un placer de ficción mucho más intenso y mucho más auténtico. Las revoluciones no hechas prolongan el sufrimiento y aproximan el apocalipsis, pero es que el sufrimiento y el apocalipsis constituyen lo mejor de la programación. Matar, matarse, hacer daño, hacerse daño, no inducen a la revuelta; reclaman sencillamente nuevas dosis. Todo es Apocalipsis; todo es orgasmo.


Este texto está extraído de Rebelion. Tiene por título Todo es dolor, todo es orgasmo y está escrito por Santiago Alba Rico.

lunes, 27 de abril de 2009

"El honor de las injurias" de Carlos García-Alix, 2008.

Hipnótico documento que rastrea los pasos de Felipe Sandoval, el Hannibal Lecter anarquista. Qué mejor que dejar la palabra al director del documento: No hay revolución sin verdugos. Poner el foco en el verdugo es la parte más fea y dolorosa. Sandoval fue un verdugo al servicio de la revolución. Hoy es muy difícil comprender el grado de violencia feroz que asolaba España. Mi lucha ha sido no caer en buenos y malos. Es una historia de venganza.




Entrevista con Carlos García-Alix



domingo, 26 de abril de 2009

Muletrain

Muletrain "Back door", de su disco The worst is yet to come, 2006. Estos maestros de garaje tocan en Arnedo en breves.



viernes, 24 de abril de 2009

The (International) Noise Conspiracy

The (International) Noise Conspiracy "Smash it up", del disco Survival sickness, año 2000.



martes, 21 de abril de 2009

Confesiones de un Santa Claus. King Mob, en el Sefridges londinense, navidades de 1968.

(Este texto lo rapartió en un centro comercial londinense un sonriente Papanoel. Junto al escrito, ofrecía a los niños transeúntes regalos deliberadamente sustraídos de las repletas baldas de la catedral de Consumo.)

"SE SUPONÍA QUE IBA A SER FANTÁSTICO , PERO ES HORRIBLE". CONFESIONES DE SANTA CLAUS 1968.
Este año se apagan las luces en Oxford Street. Ya no hay luces de neón a medianoche. No hay ese ostentoso brillo para que los compulsivos turistas se queden embobados ante las maravillas del capitalismo. Ni tan siquiera la sociedad de la abundancia puede seguir pagando su factura de la luz. No merecéis navidades este año. No habéis trabajado lo suficiente. No habéis corrido lo suficiente ante el tic-tac del reloj para fichar a la entrada y salida del trabajo, durante el círculo vicioso de la producción y el consumo. Ahorrad y gastad, clavaos y retorceos en el suelo para preparar la única ocasión durante el año en la que podéis dejaros llevar. Regocijaos, excédanse en un frenético esfuerzo para disfrutar... y luego, escupidlo.
Los duendes enfermos de Europa han apagado las luces este año. Ni siquiera puedes tener la ilusión del placer: el espeluznante espectro de las navidades ha subido los precios y no podéis permitiros los regalos. No lo merecéis porque no habéis dado el callo lo suficiente para mantener el yugo en marcha.
Las navidades son un castigo este año. Siempre fueron un coñazo: el deber de estar alegre, hacer el payaso, desmelenarse nada más encenderse las luces y abrirse el telón. Son vacaciones, y más te vale disfrutarlas por lo que más quieras. Son unos días para estar con la familia y, por lo más grande, más te vale ser amable, porque somos una familia feliz, ¿verdad?
Este año las navidades ni siquiera pueden parecer divertidas. Casi no podéis permitiros cabrearos y olvidarlo. Quieren más de vosotros: más sangre, sudor y lágrimas. Y más sonrisas. No dejéis que se enteren de que estáis cansados y hasta los mismísimos de toda la basura que intentan venderos, hartos de los críos a los que se les enseña a cantar en coro un montón de mentiras sobre el amor y la afable misericordia. Es vuestro deber seguir comprando, incluso cuando ya casi no queda suficiente dinero para compraros un ataúd y abandonarlo todo de una vez por todas.
Machaquemos todo este gran engaño. Ocupad el Fun Palace (*) y poneos la pilas. Coged los regalos y regaladlos de verdad. Encended Oxford Street. Bailad alrededor del fuego. Regocijaos con el funeral: el espectáculo final de la estafa que son las navidades.

(*) El Fun Palace fue un proyecto de 1960-61 del arquitecto Cedric Price que consistía en un espacio cultural cuya estructura podría modificarse de incontables maneras para acomodar todo tipo de eventos y actividades culturales.


Panfleto repartido ante el Selfbidges de Londres en 1968, escrito por la gente de King Mob. Está extraído del libro King Mob. Nosotros, el Partido del Diablo. La Felguera ediciones 2007.

lunes, 20 de abril de 2009

Antonio Gramsci

Un seguimiento a la vida y el pensamiento de este marxista leninista italiano.


Parte 1



Parte 2



Parte 3


miércoles, 15 de abril de 2009

¡Qué pena! de León Felipe



¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!

¡Qué pena si esta vida tuviera
-esta vida nuestra-
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¡y los mismos poetas!

¡Qué pena, que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!


lunes, 13 de abril de 2009

Refugio nocturno de Bertolt Brecht.

(Estas palabras calaron hondo la primera vez que me las dictaron hace ya algún tiempo. Esta traducción la he sacado del libreto del primer disco de los Negu Gorriak.)


Me han contado que en Nueva York en la esquina de la calle 26 con Broadway, en los meses de invierno, hay un hombre todas las noches que, rogando a los transeúntes, procura un refugio a los desesperados que allí se reúnen.
Al mundo así no se le cambia, las relaciones entre los hombres no se hacen mejores. No es ésta la forma de hacer más corta la era de la explotación, pero algunos hombres tienen cama por una noche, durante toda una noche está resguardados del viento, y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
No abandones el libro que te lo dice, hombre.
Algunos hombres tienen cama por una noche, durante toda una noche están resguardados del viento, y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
Pero al mundo así no se le cambia, las relaciones entre los hombres no se hacen mejores. No es esta la forma de hacer más corta la era de la explotación.

domingo, 12 de abril de 2009

Wolfbrigade

Wolfbrigade "Ride for a fall" de su último disco Comalive, 2008. He tenido ocasión de ver a estos suecos maestros del punk crust. ¡Poderosos!.



jueves, 9 de abril de 2009

La Columna Durruti.

El 23 de julio de 1936 García Oliver se dirigió por radio a los obreros aragoneses, con un discurso incendiario, incitándolos a la lucha:
"Salid de vuestras casas. Arrojaos sobre el enemigo. No aguardéis un minuto más. En este preciso instante habéis de poner manos a la obra. En esta tarea han de destacarse los militantes de la CNT y de la FAI. Nuestros camaradas han de ocupar la vanguardia de los combatientes. Y si es preciso morir, hay que morir (...). Os decimos que Durruti y el que os habla -García Oliver- partirán al frente de las columnas expedicionarias. Mandamos una escuadrilla de aviación para bombardear los cuarteles. Los militantes de la CNT y de la FAI han de cumplir con el deber que exige la hora presente. Emplead toda clase de recursos. No aguardéis a que yo finalice mi discurso. Abandonad vuestras casas, quemad, destruid. Batid al fascismo".


El anuncio de que se estaban organizando columnas obreras para marchar sobre Aragón suscitó enorme entusiasmo en Barcelona. Los obreros acudieron a sus respectivos sindicatos para inscribirse como voluntarios y los Comités de Barrio comenzaron a tomar la iniciativa de instruir a los voluntarios en los campos de fútbol, u otros terrenos, en las normas más elementales de la lucha, así como en el lanzamiento de bombas de mano y el funcionamiento del fusil.
Entre los inscritos los había de todas las edades, yendo desde los catorce hasta los sesenta años. Y prevalecían activos y competentes militantes obreros y jóvenes libertarios. Inmediatamente se tomó conciencia de que si lo más capaz y mejor preparado de la CNT y de las Juventudes Libertarias salían para el frente, la retaguardia quedaría en manos de los últimos llegados, lo que podría poner en peligro el proceso de autogestión que se estaba llevando a cabo por los obreros, y que se extendía como mancha de aceite. El entusiasmo hubo de frenarse, reflexionando que si bien era importante pegar tiros, aún era más vital triunfar en la expropiación colectiva que se estaba llevando a término, y salir airosos en la nueva etapa económica y social, puesto que de ella dependería, en última instancia, el triunfo de la revolución con la afirmación de la capacidad política y económica de la clase obrera.


Esta movilización obrera era única en su género. No había sido decretada por nadie y brotaba directamente de la base. Los voluntarios discutían entre sí sobre la mejor manera de organizarse, porque no se quería resucitar ni el espíritu militarista ni la jerarquía de mando. Y fue de esas conversaciones entre los futuros combatientes que apareció la estructura y organización de las milicias, que se conservaría hasta la militarización general en marzo de 1937. La organización ideada era simple: diez hombres constituirían un grupo que nombraría un delegado; diez grupos formarían una centuria que elegiría a su vez su delegado de centuria; y cinco centurias formarían una Agrupación a cuya cabeza se situaría a un responsable que, junto con los delegados de centurias, formaría el Comité de Agrupación.
Pérez Farràs, en tanto que militar y asesor técnico que sería de la Columna Durruti que se estaba formando, inmediatamente mostró su desacuerdo sobre esa forma de organización, manifestándose pesimista sobre su valor combativo. Durruti se apercibió pronto que Pérez Farràs no sería mucho tiempo su asesor técnico-militar, y eligió al sargento de artillería Manzana, que comprendía mejor la psicología de los anarquistas hostiles a todo cuanto significara la práctica piramidal militar de manda y obedece. Como asesores, a Manzana y a Carreño, un maestro de escuela, Durruti les confió la tarea de dotar a la Columna con piezas de artillería, municiones y un cuerpo sanitario con médicos y enfermeras, dotados de un quirófano de urgencia.


Manzana, sin muchas explicaciones, comprendió pronto lo que Durruti deseaba de él, y se las compuso a las mil maravillas para cumplir su misión. Conocía a varios soldados de los que se incorporaron a la formación de la Columna, y también a algunos oficiales, y, contando con el apoyo de Durruti y con la idea de que pudieran servir de auxilio instructor a los demás, toda esa gente fue introduciéndose por entre los grupos formados, pero sin violencias, fraternalmente.
Sin embargo, por su lado, Pérez Farràs continuaba pensando de la misma manera, y terminó por plantear la cuestión directamente a Durruti:
"-Con ese método no se puede combatir".
Y Durruti le repuso:
"-Ya lo dije, y vuelvo ahora a repetirlo: durante toda mi vida me he comportado como anarquista, y el hecho de haber sido nombrado delegado responsable de una colectividad humana no puede hacer cambiar mis convicciones. Fue bajo esa condición que acepté cumplir la tarea que me ha encomendado el Comité Central de Milicias. Pienso -y todo cuanto está sucediendo a nuestro alrededor confirma mi pensamiento- que una milicia obrera no puede ser dirigida según las reglas clásicas del Ejército. Considero pues, que la disciplina, la coordinación y la realización de un plan, son cosas indispensables. Pero todo eso no se puede interpretar según los criterios que estaban en uso en el mundo que estamos destruyendo. Tenemos que construir sobre bases nuevas. Según yo, y según mis compañeros, la solidaridad entre los hombres es el mejor incentivo para despertar la responsabilidad individual que sabe aceptar la disciplina como un acto de autodisciplina.
Se nos impone la guerra, y la lucha que debe regirla difiere de la táctica con que hemos conducido la que acabamos de ganar, pero la finalidad de nuestro combate es el triunfo de la revolución. Esto significa no solamente la victoria sobre el enemigo, sino que ella debe obtenerse por un cambio radical del hombre. Para que ese cambio se opere es preciso que el hombre aprenda a vivir y conducirse como un hombre libre, aprendizaje en el que se desarrollan sus facultades de responsabilidad y de personalidad como dueño de sus propios actos. El obrero en el trabajo no solamente cambia las formas de la materia, sino que también, a través de esa tarea, se modifica a sí mismo. El combatiente no es otra cosa que un obrero utilizando el fusil como instrumento, y sus actos deben tender al mismo fin que el obrero. En la lucha no se puede comportar como un soldado que le mandan, sino como un hombre consciente que conoce la trascendencia de su acto. Ya sé que obtener esto no es fácil, pero también sé que lo que no se obtiene por el razonamiento no se obtiene tampoco por la fuerza. Si nuestro aparato militar de la revolución tiene que sostenerse por el miedo, ocurrirá que no habremos cambiado nada, salvo el color del miedo. Es solamente liberándose del miedo que la sociedad podrá edificarse en la libertad".
Durruti se había expresado con suma claridad, y su propósito no era otro que unir la teoría con la práctica y viceversa. Como anarquista él deseaba continuar siendo fiel a sus concepciones libertarias, a pesar de asumir la responsabilidad de dirigir una columna obrera que partía en lucha hacia el frente de Aragón.
Mientras tanto, los preparativos de la expedición a Zaragoza proseguían avanzando. Y pronto, en tierras de Aragón, iban a librarse batallas importantes, tanto en el frente de la guerra como en el frente de la revolución campesina. En Zaragoza se encontraba el cuartel general de la V División Militar bajo el mando del general Miguel Cabanellas. Las fuerzas que este general mandaba en Zaragoza comprendían:
"Dos Brigadas de Infantería: la IX (cuartel general, Zaragoza) y la X (cuartel general, Huesca), más una Brigada de Artillería, la V (Zaragoza), con cuatro Regimientos de Infantería, dos de Artillería, un Batallón de Ingenieros y los Servicios correspondientes. Había, además, como unidades no divisionarias, un Regimiento de Carros, otro de Caballería, un Destacamento del Depósito de Remonta, un grupo de Defensa contra Aeronaves, un Parque de Cuerpo de Ejército, un Batallón de Pontoneros y una Comandancia de Sanidad. Como mandos principales se encontraban los generales don Miguel Cabanellas (V División), Alvarez Arenas (IX Brigada), De Benito (X Brigada) y don Eduardo Martín González (V de Artillería). No deben olvidarse aquí las fuerzas de Orden Público. A las de Asalto de Zaragoza, había que agregar dieciocho compañías de la Guardia Civil y cinco de Carabineros. Los efectivos de las unidades del Ejército se encontraban muy mermados, pero, como compensación, puede decirse que, desde sus jefes más altos a los más subalternos, se encontraban, casi sin excepción, magníficamente dispuestos en favor de los planes del general Mola."
José Chueca, refiriéndose a la pérdida de Zaragoza, se pregunta:
"¿Pudimos haber hecho más de lo que hicimos? Es posible. Fiamos excesivamente en las promesas del gobernador civil (Vera Coronel) y concedimos demasiado valor a nuestras fuerzas; no quisimos prever que frente a una acción violenta, como la que podía desencadenar el fascismo, hacía falta algo más contundente que treinta mil obreros organizados en las Sindicatos".
Y Martínez Bande escribe:
"En la misma noche del 17, y nada más tenerse conocimiento de lo ocurrido en Marruecos, masas muy decididas de extremistas se adueñaron de las principales calles. Transcurrió en una tensa expectativa todo el día 18, en que numerosos grupos de voluntarios acudieron a los cuarteles, proclamándose en la madrugada del 19 el Estado de Guerra. Contra esta medida reaccionó la CNT, declarando el mismo día la huelga general revolucionaria, que el 22 quedaba estrangulada, gracias a las enérgicas resoluciones de las autoridades militares y no sin diversos choques.
En Calatayud, el coronel Muñoz Castellanos declaró el Estado de Guerra el día 20, sin incidentes; pero bastantes pueblos tuvieron que ser rescatados por destacamentos del Ejército, fuerzas del Orden Público y paisanos voluntarios. Al norte del Ebro, fueron siete pueblos, en las riberas, cuatro, y al sur del Ebro, diez con Belchite".
En las condiciones en que habían caído Zaragoza y Calatayud, cayeron también en manos de los sublevados Huesca y Teruel. Como un islote quedaba Barbastro en manos de los soldados que mandaba el coronel republicano Villalba.
Este era el cuadro que ofrecía el territorio aragonés, cuando Durruti, al frente de unos dos mil milicianos, se propuso conquistar Zaragoza.


El 24 de julio, a las diez de la mañana, la Columna Durruti debía salir del Paseo de Gracia en dirección Zaragoza, vía Lérida. A las ocho de la mañana, Durruti habló por radio dirigiéndose a la población obrera de Barcelona para pedirles que contribuyeran con artículos alimenticios al abastecimiento de la Columna. Esta llamada insólita sorprendió a todo el mundo. Y, lógicamente, había motivo para ello. La distribución de los alimentos estaba a cargo, en parte, de los Comités de Barrio, del Sindicato de la Alimentación y del Comité Central de Milicias Antifascistas. Por tanto ¿es que dichos organismos negaban a Durruti la posibilidad de constituirse una intendencia? Pronto Durruti satisfizo la curiosidad:
"-El arma más potente de la revolución es el entusiasmo. En la revolución se triunfa cuando todo el mundo está interesado en la victoria, haciendo de ella cada uno su causa personal. La respuesta a mi llamada -les dijo a los que mostraron su sorpresa- nos dará la medida del interés que pone la ciudad de Barcelona en la revolución y su victoria. Además, esto es una manera de situar a cada uno frente a su propia responsabilidad, una ocasión para que todo el mundo tome conciencia de que nuestra lucha es colectiva y que su triunfo depende del esfuerzo de todos. Este y no otro es el sentido de nuestra llamada", concluyó Durruti.
Poco antes de salir la Columna Durruti fue cuando su delegado, que se encontraba discutiendo en el Sindicato Metalúrgico sobre una cuestión de blindaje de camiones, recibió al periodista del Toronto Star, Van Passen, que publicaría un reportaje bajo el título: "Dos millones de anarquistas luchan por la revolución". En el mismo comienza inmediatamente por poner a Durruti ante el lector:
"Es un hombre alto, moreno, de rasgos morunos. Hijo de humildes campesinos. Su voz aguda, casi gutural".
Van Passen le preguntó si él consideraba ya aplastados a los militares rebeldes:
"-No, todavía no los hemos vencido" contestó francamente. Y agregó: "Ellos tienen Zaragoza y Pamplona. Ahí es donde están los arsenales y las fábricas de municiones. Tenemos que tomar Zaragoza y después saldremos al encuentro de las tropas compuestas de Legionarios Extranjeros, que ascienden desde el Sur, mandadas por el general Franco. Dentro de dos o tres semanas nos encontraremos entregados en batallas decisivas."
-"¿Dos o tres semanas?" preguntó intrigado el periodista.
-"Dos o tres semanas o quizá un mes" -afirmó Durruti-. "La lucha se prolongará como mínimo todo el mes de agosto. El pueblo obrero está armado. En esta contienda el Ejército no cuenta. Hay dos campos: los hombres que luchan por la libertad y los que luchan por aplastarla. Todos los trabajadores de España saben que si triunfa el fascismo vendrá el hambre y la esclavitud. Pero los fascistas también saben lo que les espera si pierden. Por eso esta lucha es implacable. Para nosotros de lo que se trata es de aplastar al fascismo, de manera que no pueda levantar jamás la cabeza en España. Estamos decididos a terminar de una vez por todas con él, y esto a pesar del Gobierno..."
-"¿Por qué dice usted a pesar del Gobierno? ¿Acaso no está este Gobierno luchando contra la rebelión fascista?" pregunté sorprendido.
-"Ningún Gobierno en el mundo pelea contra el fascismo hasta suprimirlo" -me respondió Durruti-. "Cuando la burguesía -agregó- ve que el poder se le escapa de las manos, recurre al fascismo para mantener el poder de sus privilegios. Y esto es lo que ocurre en España. Si el Gobierno republicano hubiera deseado terminar con los elementos fascistas, hace ya mucho tiempo que hubiera podido hacerlo. Y en lugar de eso, temporizó, transigió y malgastó su tiempo buscando compromisos y acuerdos con ellos. Aún en estos momentos, hay miembros del Gobierno que desean tomar medidas muy moderadas contra los fascistas. ¡Quién sabe -dijo Durruti, riendo- si aún el Gobierno espera utilizar las fuerzas rebeldes para aplastar el movimiento revolucionario desencadenado por los obreros!"
-"¿Entonces -preguntó Van Passen- usted ve dificultades aun después que los rebeldes sean vencidos?"
-"Efectivamente. Habrá resistencia por parte de la burguesía, que no aceptará someterse a la revolución que nosotros mantendremos en toda su fuerza, contestó Durruti."
El periodista le señaló la contradicción en que se encontraba la revolución que mantenían los anarquistas:
"-Largo Caballero e Indalecio Prieto han afirmado que la misión del Frente Popular es salvar la República y restaurar el orden burgués. Y usted, Durruti, usted me dice que el pueblo quiere llevar la revolución lo más lejos posible. ¿Cómo interpretar esta contradicción?"
"-El antagonismo es evidente" -me respondió-. "Como demócratas burgueses, esos señores no pueden tener otras ideas que las que profesan. Pero el pueblo, la clase obrera, está cansado de que se le engañe. Los trabajadores saben lo que quieren. Nosotros luchamos no por el pueblo sino con el pueblo, es decir, por la revolución dentro de la revolución. Nosotros tenemos conciencia de que en esta lucha estamos solos, y que no podemos contar nada más que con nosotros mismos. Para nosotros no quiere decir nada que exista una Unión Soviética en una parte del mundo, porque sabíamos de antemano cuál era su actitud en relación a nuestra revolución. Para la Unión Soviética lo único que cuenta es su tranquilidad. Para gozar de esa tranquilidad, Stalin sacrificó a los trabajadores alemanes a la barbarie fascista. Antes fueron los obreros chinos, que resultaron victimas de ese abandono. Nosotros estamos aleccionados, y deseamos llevar nuestra revolución hacia adelante, porque la queremos para hoy mismo y no, quizá, después de la próxima guerra europea. Nuestra actitud es un ejemplo de que estamos dando a Hitler y a Mussolini más quebraderos de cabeza que el Ejército Rojo, porque temen que sus pueblos, inspirándose en nosotros, se contagien y terminen con el fascismo en Alemania y en Italia. Pero ese temor también lo comparte Stalin, porque el triunfo de nuestra revolución tiene necesariamente que repercutir en el pueblo ruso."


Van Passen recapitula:
"Este es el hombre que representa a una organización sindical que cuenta aproximadamente con dos millones de afiliados y sin cuya colaboración la República no puede hacer nada, incluso en el supuesto de una victoria sobre los sublevados. Yo quise conocer su pensamiento porque para comprender lo que está sucediendo en España es preciso saber cómo piensan los trabajadores. Por esa razón he interrogado a Durruti, porque por su importancia popular es un auténtico y característico representante de esos trabajadores en armas. De sus respuestas resulta claramente que Moscú no tiene ninguna influencia ni autoridad para hablar en nombre de los trabajadores españoles. Según Durruti, ninguno de los Estados europeos se siente atraído por el sentimiento libertario de la revolución española, sino deseosos de estrangularla."
-"¿Espera usted alguna ayuda de Francia o de Inglaterra, ahora que Hitler y Mussolini han comenzado a ayudar a los militares rebeldes?" pregunté.
-"Yo no espero ninguna ayuda para una revolución libertaria de ningún gobierno del mundo" respondió Durruti secamente. Y agregó: -"Puede ser que los intereses en conflictos de imperialismos diferentes tengan alguna influencia en nuestra lucha. Eso es posible. El general Franco está haciendo todo lo posible para arrastrar a Europa a una guerra, y no dudará un instante en lanzar a Alemania en contra nuestra. Pero, a fin de cuentas, yo no espero ayuda de nadie, ni siquiera, en última instancia, de nuestro Gobierno."
-"¿Pueden ustedes ganar solos?" pregunté directamente.
Durruti no respondió. Se tocó la barbilla, pensativamente. Sus ojos brillaban. Y Van Passen insistió en la pregunta:
-"Aun cuando ustedes ganaran, iban a heredar montones de ruinas" -me aventuré a interrumpir su silencio.
Durruti pareció salir de una profunda reflexión, y me contestó suavemente, pero con firmeza:
-"Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades... ¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones", dijo, murmurando ásperamente. Y luego agregó: "Ese mundo está creciendo en este instante".


Hacia las diez de la mañana, los voluntarios que iban a integrar la Columna Durruti comenzaron a afluir al Paseo de Gracia, donde un numeroso público había acudido también a presenciar la marcha de aquella extraña caravana, compuesta de camiones, autobuses, taxis y turismos. El entusiasmo era inmenso. El triunfo rápido en Barcelona autorizaba el optimismo. Y esa expedición hacia Aragón era concebida por muchos como un rápido paseo.
Hacia el mediodía, la columna compuesta de unos dos mil hombres se puso en marcha en un delirio de vivas, de puños levantados y de estribillos de cantos revolucionarios, sonando el más potente de "¡A las Barricadas!" el himno de la CNT-FAI.
A la cabeza iba un camión con una docena de jóvenes, entre los cuales destacaba la hercúlea figura de José Hellín blandiendo una bandera rojinegra, que por defenderla en Madrid morirá el 17 de noviembre, haciendo saltar a bombazos las tanquetas italianas. Detrás seguía la centuria que llevaba como delegado al metalúrgico Arís. Luego cinco centurias, que pronto iban a destacarse como una verdadera fuerza de élite como dinamiteros: eran los mineros de Figols y Sallent; y también los marineros del Transporte Marítimo, que se destacarían como guerrilleros, llevando siempre en la delantera al marinero Setonas.
Como delegado de la III Centuria iba El Padre, viejo luchador que había formado en las filas de Pancho Villa en la revolución mexicana. La IV Centuria llevaba como delegado al obrero del textil Juan Costa; y la V, formada exclusivamente de obreros metalúrgicos, la representaba el joven libertario Muñoz, de 19 años.
Entre dos autocares marchaba un "Hispano", en el que iban Durruti y Pérez Farràs. Durruti iba silencioso, extraño y ajeno a los vivas y los puños levantados. Sentía la responsabilidad que las circunstancias le habían deparado. El setenta por ciento de los hombres que componían su columna era la flor y nata de las juventudes anarquistas de Barcelona. Jóvenes, y menos jóvenes, todos conocieron antes y durante el 19 de julio los combates callejeros y los enfrentamientos contra la Fuerza Pública. Pero no conocían la lucha en terreno descubierto, es decir, la guerra.
Antes de salir de Barcelona, Durruti se dirigió a los hombres de la Columna con un discurso en el cuartel Bakunin. En él quiso prevenir a todos sobre la diferencia que existía entre la lucha que ellos conocían y la que se iba a afrontar en Aragón. Pero él sabía que las palabras no pueden sustituir a la experiencia. Habló de los bombardeos de la aviación y de los cañonazos que precedían a los ataques. De los combates cuerpo a cuerpo con arma blanca. Y sobre todo insistió en la diferencia que existía entre un ejército burgués y el proletariado en armas, en su comportamiento con los campesinos y las poblaciones de retaguardia.
Seguía aún en pie el problema del mando. Su posición había sido netamente expuesta ante el Comité Central de Milicias Antifascistas, y repetida más tarde a Pérez Farràs. Durruti conocía la confianza que le otorgaban sus compañeros, y que yendo él delante todos le seguirían, incluso si los llevaba a la muerte. Pero la muerte no era el fin que perseguía Durruti, sino la vida. Un militar puede, desde su puesto de mando y sin ningún escrúpulo, enviar a la gente a la muerte; reemplaza las bajas y asunto concluido. Pero Durruti sabía que la mayor parte de los hombres que le seguían eran militantes revolucionarios, y tales hombres son irremplazables. En su reflexión entraban unas palabras que pronunciara Néstor Makhno en su presencia:
"La diferencia que existe entre un militar que manda y un revolucionario que dirige, reside en que el primero se impone por la fuerza, mientras que el segundo no dispone de más autoridad que la que se deriva de su propia conducta".
Vicente Guarner juzga a los dos hombres que iban al frente de la Columna:
"Durruti, el jefe, a quien traté personalmente, era de una personalidad impresionante. De unos cuarenta años, decidido, de mirada penetrante e infantil, de estatura más que mediana, había sido obrero ferroviario. Pérez Farràs, leridano, era de un valor impulsivo, vehemente en sus opiniones, alto de estatura, de frente despejada y con talento natural, oscurecido por momentáneas obcecaciones..."
[...]


A medida que la Columna avanzaba, y al pasar por los pueblos, la gente se agolpaba para ver pasar la caravana. Más de uno exclamaba, al ver a Durruti:
"-¡Pero, no puede ser un jefe! ¡No lleva galones!"
Otros, mejor informados, replicaban "que un anarquista nunca es jefe y, por la tanto, no lleva galones".
En otros lugares, los campesinos recibían a la Columna con gritos de alegría y vivas a la CNT-FAI. En todos los lugares donde la Columna hacía un alto, y los campesinos se arrimaban en tomo de los llegados, Durruti descendía del coche para hablar con los vecinos del pueblo:
"-¿Habéis organizado ya vuestra colectividad? No esperéis más. ¡Ocupad las tierras! Organizaos de manera que no haya jefes ni parásitos entre vosotros. Si no realizáis eso, es inútil que continuemos hacia adelante. Tenemos que crear un mundo nuevo, diferente al que estamos destruyendo. Si no es así, no vale la pena que la juventud muera en los campos de batalla. Nuestro campo de lucha es la revolución".
De este modo iba naciendo, al paso de la Columna, y antes de emprender la batalla contra los militares fascistas, un mundo nuevo, porque ése y no otro era el objetivo del combate.
En Caspe hubo un primer encuentro con los fascistas. El capitán de la Guardia Civil, Negrete, había dominado el pueblo. Desde el día 23 de julio, un grupo importante de milicianos que habían salido por su cuenta y riesgo de Barcelona, entre los que se encontraban los hermanos Subirats, presentaron batalla; ya estaban entregados a ella cuando llegó la Columna allí, y gracias a su intervención se liberó Caspe. Con esa conquista, la Columna fue ya engrosándose y detrás de ella fueron quedando los pueblos de Fraga, Candasnos, Peñalba, La Almanda, etc., llegando a Bujaraloz el día 27 de julio, donde, provisionalmente, se instaló el Comité de Guerra.
Al día siguiente, la Columna se puso en marcha hacia el Ebro, con objetivos en Pina y Osera para alcanzar Zaragoza. Al poco de ponerse en marcha, y a unos kilómetros de Bujaraloz, la Columna entró en contacto con la realidad de la guerra. La aviación fascista salió a su encuentro bombardeándola, acción que desmoralizó a no pocos de los milicianos que, llenos de pánico, echaron a correr. La reacción era lógica. El bombardeo, por su sorpresa, había sido mortífero, causando una docena de muertos y más de veinte heridos, entre ellos el comandante de Artillería Claudín, que mandaba las tres baterías de la Columna.


Un grupo de los que componían la Columna, obrando por instinto, se interpuso a los que corrían y con su prestancia de ánimo impidieron que se contagiara el pánico y terminar aquella expedición en una lamentable retirada. Ante aquel choque, Durruti comprendió que era preferible dar marcha atrás e informarse mejor sobre las posiciones del enemigo, evitando con ello caer en una emboscada. En ese retorno hacia Bujaraloz, Durruti se enteró que en uno de los camiones se encontraba Emilienne, enrolada también como miliciana. La miró sonriendo, sin hacer comentario alguno. Sobre este encuentro, Mimi escribe:
"Fue en ese pueblo (Bujaraloz), hoy ya histórico, donde encontré a mi compañero, después de dos semanas de separación. Pasada la primera emoción, organizamos inmediatamente el Cuartel General de la Columna. En una habitación sombría y húmeda, comenzamos las primeras tareas y sin material organizamos la primera administración de esta Columna de mil hombres que iba rápidamente a crecer. Fue de ese pequeño pueblo, triste y austero, de donde salió toda la formación de nuestra Columna, bien imperfecta al principio, pero que poco a poco estuvo en la medida de dar satisfacción a las enormes necesidades de varios miles de hombres".
Vueltos ya a Bujaraloz, Durruti tuvo una primera discusión con Pérez Farras. Como militar profesional que era éste, y no aprobando los métodos que Durruti empleaba, aprovechó la circunstancia habida para recomendarle que estructurara mejor la Columna y revisara su plan de ataque a Zaragoza. En cualquier otro momento Durruti hubiera acogido las observaciones de Farras de buen grado, pero entonces sintió un punzante orgullo herido, ya que comprendía que esas observaciones no eran desinteresadas sino que nacían de una crítica al modo de organización libertaria. Durruti le repuso que cualquiera que no fuese libertario hubiera corrido también despavorido ante el citado ataque. Pero que existía la diferencia de "que esos hombres que habían corrido hoy, mañana se batirían como leones, pero sólo si se les trataba como obreros sorprendidos y no como soldados desertores ante el enemigo".
Desde el balcón de la alcaldía de Bujaraloz, Durruti se dirigió a los hombres de la Columna que se habían concentrado en la plaza. Pronunció un discurso duro; quizá, según confesión de uno de los oyentes, el más sentido discurso que Durruti había pronunciado en su vida militante:
"Amigos, nadie ha venido a esta Columna forzado. Es cada uno de vosotros que habéis elegido libremente vuestra suerte, y la suerte de la primera columna de la CNT y de la FAI es muy ingrata. García Oliver lo anunció por radio en Barcelona: salíamos para Aragón a conquistar Zaragoza o dejar la vida en el intento. Yo repito la misma cosa: antes que retroceder, hay que morir. Zaragoza está en manos de los fascistas, y allí se encuentran centenares, miles de obreros bajo la amenaza de los fusiles, que pueden dispararse a cada instante ocasionando la muerte de nuestros hermanos. ¡¿Para qué hemos salido de Barcelona, sino es para liberarles?! Ellos nos esperan y nosotros, ante el primer ataque enemigo, echamos a correr. ¡Hermosa manera de mostrar al mundo y a nuestros compañeros el coraje de los anarquistas que se llenan de miedo ante tres aviones!
La burguesía no nos permitirá implantar el comunismo libertario simplemente porque ése es nuestro deseo. La burguesía resistirá porque ella defiende sus intereses y sus privilegios. El único medio que tenemos nosotros para implantar el comunismo libertario es destruyendo la burguesía. El camino de nuestro ideal es seguro, pero hay que seguirlo con coraje. Esos campesinos que hemos dejado tras nosotros, y que han comenzado a poner en práctica nuestras teorías, lo han hecho tomando nuestros fusiles como garantía de su cosecha. Si dejamos el camino libre al enemigo, eso quiere decir que esas iniciativas tomadas por los campesinos son inútiles, y lo que es peor aún, los vencedores les harán pagar su audacia asesinándoles. Es éste y no otro el sentido de nuestro combate. Lucha ingrata que no se parece a ninguna de las que hemos librado hasta ahora. Lo que ha pasado hoy no es nada más que una simple advertencia. Ahora la lucha va a empezar de verdad. Nos enviarán toneladas de metralla y tendremos que defendemos con bombas de mano y hasta con cuchillos. A medida que el enemigo se sienta cercado nos morderá como una bestia acorralada. Y morderá duramente. Pero aún no ha llegado a ese punto, y ahora se bate para no caer bajo el peso de nuestras armas. Y es más, él cuenta con el apoyo de Alemania y de Italia, y nosotros contamos nada más que con la fe en nuestro ideal, pero contra esa fe se han quebrado los dientes todas las represiones. Y hoy se los tiene que quebrar también el fascismo.
Nosotros contamos a nuestro favor la victoria que hemos conseguido en Barcelona, y debemos aprovechar con rapidez esa ventaja, porque si no la aprovechamos, el enemigo, abastecido por los alemanes e italianos, será más fuerte que nosotros y nos impondrá la dura ley del vencido.
Nuestra victoria depende de la rapidez de nuestra acción. Cuanto más pronto ataquemos, más posibilidades tenemos de triunfo. Hasta este momento, la victoria está de nuestro lado, pero no será consolidada si no tomamos inmediatamente Zaragoza... Mañana no puede repetirse lo de hoy. En las filas de la CNT y de la FAI no hay cobardes. No queremos entre nosotros gente que se asusta ante los primeros disparos...
A los que han corrido hoy, impidiendo a la Columna avanzar, yo les pido que tengan el coraje de dejar caer el fusil para que sea empuñado por otra mano más firme... Los que quedemos proseguiremos nuestra marcha. Conquistaremos Zaragoza, libertaremos a los trabajadores de Pamplona, y nos daremos la mano con nuestros compañeros mineros de Asturias y venceremos, dando a nuestro país un nuevo mundo. Y a los que vuelvan, después de estos combates, yo les pido que no digan a nadie lo que ha ocurrido hoy... porque nos llena de vergüenza".


Y un testigo presencial comenta:
"Nadie soltó el fusil, pero aquellos que habían corrido lloraron de rabia ante sus compañeros. La lección había sido dura, pero esos hombres renacieron aquel día. Muchos de ellos fueron excelentes guerrilleros, y muchos también murieron en el transcurso de los treinta y dos meses de lucha desesperada".
La Columna Durruti emprendió su marcha hacia el Ebro, tomando Pina y Osera en combates bastante empeñados. Llegó hasta unos veinte kilómetros de Zaragoza, pero quedó detenida por el río y por la resistencia que opusieron las tropas de la capital aragonesa, estableciendo las tropas de Durruti una buena y eficaz red de trincheras y nidos de ametralladoras en sus últimas posiciones. Desde el Comité Central de Milicias se dio orden a esta Columna de detener su avance y estabilizarse, para esperar que la columna Ortiz, en el sur del Ebro, dominase Quinto y Belchite. Días antes vadearon con bastante dificultad este río fuerzas de dicha Columna, e hicieron prisioneros por sorpresa a una fuerza de caballería con un capitán y dos tenientes en el pueblo de Quinto, rechazándose con bastante frecuencia los contraataques de las tropas zaragozanas.
"Era de gran utilidad la información obtenida por esta Columna. Casi cada noche salían obreros de Zaragoza y entraban milicianos armados en la ciudad. Y así pudimos enterarnos de que muchos oficiales navarros habían sido instruidos en Italia y que, a finales de julio, al general Cabanellas le había sucedido en el mando de la V División el general Germán Gil Yuste".
La importancia de la cita anterior reside en el hecho de que, por una vez, se nos aclara de dónde partió la orden que detuvo la marcha de la Columna a veinte kilómetros de Zaragoza. Los técnicos militares todos son coincidentes en apreciar que era indispensable esperar la llegada de las Columnas que partían de Barcelona, para poder atacar frontalmente Zaragoza. Durruti, después de discutir en Bujaraloz con el coronel Villalba {oficial de confianza del C.C. de M.A. en Aragón) y otros jefes militares, pareció aceptar dicha teoría, mejorando sus posiciones entretanto con la conquista de Pina y Osera y entregándose a la vez a una reestructuración de la Columna. Sin embargo, los más destacados militantes de Aragón, como José Alberola, juzgaron erróneo el que la Columna no se lanzara a la conquista de Zaragoza, basándose en dos factores: primero, en la explotación del momento psicológico, que daba el hecho de la victoria de Barcelona y Cataluña y, segundo, que el ataque no debía ser frontal, sino por Calatayud, por la izquierda de Zaragoza y por Tardienta a su derecha. Más tarde, cuando se evidenció ya imposible la conquista de Zaragoza, Durruti hubo de reconocer su error, que él lo justificó señalando el riesgo que entrañaba un ataque en el que podía quedar completamente diezmada la Columna y, con ello, el sacrificio estéril de los compañeros que la integraban.
[...]
El profundo proceso revolucionario abierto en España atrajo hacia su tierra a infinidad de personas de las más variadas características: militantes, intelectuales, periodistas, políticos, historiadores, y, por supuesto, también a intrigantes y aventureros. La mayoría traía un cliché determinado, y bajo él deseaban apreciar los sucesos de la Península, por lo que sin conocer la historia de nuestro país ni las razones por las cuales se había producido aquella guerra, lo juzgaban todo con aires de suficiencia, observando a los españoles como bichos raros. A ese prejuicio se agregaba el hecho de que el anarquismo, que iba de capa caída en el mundo, se mantuviera lozano en España. Y, en consecuencia, como del anarquismo se tenía un falso concepto, no se podía aceptar que en España pudiera jugar un papel predominante en la vida del país como fuerza organizadora. Además, por una coincidencia histórica, en España se iba a replantear el debate que iniciaron, setenta años atrás, Carlos Marx y Miguel Bakunin. Era lógico que los seguidores de Carlos Marx se entregaran por sectarismo y siguiendo las órdenes de Stalin a denigrar cuanto no fuese obra de ellos, particularmente si los realizadores eran anarquistas. En el aspecto concreto del frente de Aragón, con relación a la organización de las milicias, los elementos de obediencia estalinista o trotskista intentaron imprimir un carácter castrense a sus fuerzas milicianas, pero hubieron de renunciar ante la oposición de los propios milicianos, aunque éstos no fueran voluntarios. El POUM intentó codificar la vida de las milicias bajo reglamento castrense, y hubo de renunciar. Aragón, con sus cuatrocientas colectividades agrícolas y los dieciséis mil combatientes de la CNT-FAI, había cambiado la fisonomía de su territorio en lo tocante a las relaciones sociales, y ya era imposible volver atrás.
La estructura "militar" de las milicias no satisfacía a los visitantes extranjeros, que la juzgaban ineficaz y condenada al fracaso. Koltsov, corresponsal ruso del diario bolchevique Pravda de Moscú, que visitó el frente de Aragón a mediados de agosto, se burlará de este sistema de milicias proletarias de la misma manera que sus colegas burgueses. No obstante, escritores y otros hombres mejor preparados para la comprensión de los problemas que presentaba la Revolución, rindieron homenaje a esas fuerzas revolucionarias que habían hecho retroceder a las fuerzas armadas insurrectas.


Entre estos últimos testimonios el más significativo de todos es el de George Orwell, combatiendo en Aragón, y no precisamente entre las fuerzas anarquistas:
"Los periodistas que se burlaban del sistema de las milicias pocas veces recordaban que éstas tuvieron que contener al enemigo mientras el Ejército Popular se adiestraba en la retaguardia. Y el mero hecho de que las milicias hayan permanecido en el frente constituye un tributo a la fuerza de la disciplina revolucionaria, pues, hasta junio de 1937, lo único que las retuvo allí fue la lealtad de clase".
Orwell podía incluso ser más concreto, preguntando a esos periodistas: ¿Qué hubiera sucedido si esos milicianos, cuando se produjo la sublevación militar, en vez de salir hacia Aragón se hubieran metido en un cuartel para aprender la "instrucción" militar y marcar el paso? No hay que ser un lince para saber que, licenciado el Ejército por la República el 20 de julio, y pasadas las tres cuartas partes de los oficiales del mismo al bando enemigo, los rebeldes se hubieran adueñado de España en 24 horas, porque no existía un Ejército para impedírselo. Fueron esas milicias las que pararon, como pudieron, el avance de los sublevados. Cuando después de un año de lucha se contaba ya con un medio Ejército, infiltrado de estalinistas, fue, como escribe Orwell, el momento de atacar no a las milicias, sino a las bases sobre las cuales descansaban esas milicias.
"Más tarde se puso de moda criticar a las milicias y sostener que los fallos debidos a la falta de armamento y de adiestramiento eran el resultado del sistema igualitario... En la práctica, el estilo revolucionario de la disciplina merece más confianza... En un Ejército compuesto por obreros, la disciplina tiene que ser voluntaria... En las milicias, los abusos que son inherentes al Ejército no se hubieran tolerado un solo momento... Los castigos militares existían, pero eran aplicados en casos muy graves... La disciplina revolucionaria depende de la conciencia política, de una comprensión de por qué deben obedecerse las órdenes; necesita tiempo para formarse, pero también se necesita tiempo para convertir a un hombre en un autómata dentro de un cuartel. Dentro de las milicias se intentó crear una especie de modelo provisto de la sociedad sin clases...".
En los primeros días de agosto, aunque no puede hablarse de inactividad, la actividad que se llevaba a cabo no satisfacía a Durruti. El no era hombre de estar sentado, ni tampoco partidario de pasar su tiempo en inocuas conversaciones, que son las que se desarrollan generalmente cuando se espera algo que no llega. Iba de un lado para otro, visitando los puestos avanzados e interesándose por todos los detalles que pudieran informarle del movimiento del enemigo. El amanecer era el momento más importante en la vida de Durruti, porque era a esa hora cuando llegaban los compañeros que habían salido en misión especial al campo enemigo o a la ciudad de Zaragoza; los informes que traían eran aprovechados para mejor reforzar las líneas defensivas de la Columna, y cuando eran de orden general, se retransmitían al Comité Central de Milicias Antifascistas.
Los golpes de mano en campo enemigo daban también sus frutos: bien fuera realizando prisioneros, haciendo saltar con dinamita posiciones enemigas o agenciándose armas o munición que comenzaba ya a escasear de manera alarmante. Pero todo esto era insuficiente para dejar satisfecho a Durruti. y fue entonces cuando fijó su atención en las colectividades campesinas que iban brotando por todo el Aragón liberado con una espontaneidad asombrosa. Las relaciones que se habían establecido entre las colectividades en el sector que ocupaba la Columna y la Columna eran sumamente fraternales. Los campesinos visitaban la Columna, bien fuera para traer víveres o para pedir a Durruti que visitara la colectividad y les diera su opinión de cómo marchaban allí las cosas. Durruti, generalmente, accedía de buen grado, y si no podía enviaba a Carreño u otro compañero, de los tantos que había en la Columna, que pudieran dar su opinión sobre la marcha de la Comunidad visitada.
En el curso de las visitas que efectuó Durruti a las diversas comunidades, valoró la importancia que dicha obra colectivista podía tener para la expansión revolucionaria, y también estimó los peligros a que esa expansión colectivista estaba expuesta si no llegaba a constituir una fuerza unida, y sugirió a los campesinos que crearan una federación que comprendiera todas las colectividades formadas en Aragón. Esa federación -les dijo- no sólo os dará una fuerza organizativa, sino que os permitirá también elaborar planes de conjunto que puedan poner en marcha una economía socialista libertaria. Eso era, según Durruti, tanto más urgente por cuanto había, por parte de los elementos que constituían algunas columnas estalinistas, un propósito deliberado de hacer la vida imposible a los colectivistas. Con la federación, pensaba Durruti, se crearán condiciones nuevas en las que la solidaridad entre los campesinos será la mejor arma de defensa contra los enemigos del colectivismo.
A la vuelta de una de esas visitas a las colectividades, propuso al Comité de Guerra que se diera a conocer a los milicianos la obra que se estaba realizando, y que en vez de permanecer ociosos colaborasen con los campesinos en esa época de la cosecha del trigo. Además, los que estuvieran mejor informados, podrían discutir con los campesinos sobre la sociedad libertaria y sus organismos económicos. Se recogieron varias iniciativas que se pasaron, en forma de volante, para su discusión en las centurias, a fin de que todo el mundo tomara conciencia de la obra que estaba naciendo en Aragón. Los resultados de esa iniciativa fueron altamente positivos. Grupos de jóvenes libertarios fueron los primeros en presentarse como voluntarios para llenar el papel de combatientes-productores. y ése fue el comienzo de lo que en breve sería la Federación de Colectividades Aragonesas, del Consejo de Defensa de Aragón.


Pero no todo era idílico. La guerra existía en su aspecto brutal, y Durruti era el primero que más conciencia tenía de ello, porque el modo de vida que la guerra impone termina por degradar hasta al más revolucionario.
"El fin del hombre no es acechar y matar, sino ¡vivir!, ¡vivir!...", prorrumpía a veces Durruti, mientras daba grandes pasos por la sala en que se había instalado el Comité de Guerra. "Si esta situación se prolonga, terminará con la revolución, porque el hombre que salga de ella tendrá más de bestia que de humano...
Tenemos que darnos prisa, mucha prisa, para terminar cuanto antes".
Estas reflexiones hacían nacer en Durruti una impaciencia devoradora. Muchas noches, sin poder alcanzar el sueño, abandonaba el jergón donde dormía y "se iba hasta los puestos de vanguardia, pasando junto a los centinelas horas enteras contemplando fijamente las luces de Zaragoza. Muchas veces el día le sorprendía en aquella actitud".
A estas preocupaciones venían a agregarse otras que se derivaban de su función de delegado de Columna. Escuchar quejas de campesinos, que se lamentaban por el comportamiento de algunos hombres de su Columna en el pueblo. En general eran cosas mínimas, pero era el signo evidente de los vicios que provoca la guerra en el soldado, aunque sea miliciano, Cuando esto ocurría, trataba de llamar la atención del interesado ante la mayor cantidad posible de gente como medio de hacer reflexionar a la colectividad...
Pero a veces no bastaba la simple reprimenda. Un día encontró a un delegado de Centuria lejos de su sector, y preguntado qué hacía allí, le respondió que cinco hombres de su centuria habían abandonado la guardia y que les buscaba. Al fin se les encontró en un pueblo vecino, entretenidos en beber vino. Durruti se dirigió a ellos:
"¿Os dais cuenta de la gravedad del acto que habéis cometido? ¿No habéis pensado que los fascistas hubieran podido pasar por el puesto que habéis abandonado, y realizar una masacre entre los compañeros que os han confiado su seguridad? ¡Vosotros no sois dignos de pertenecer ni a la Columna ni a la CNT! ¡Dadme vuestros carnets!"
Los interpelados echaron mano a sus bolsillos y le dieron sus carnets, Aquello era lo último que de Durruti podía esperarse:
"-¡Vosotros no sois cenetistas, ni obreros; sois mierda, nada más que mierda! ¡Causáis baja en la Columna! ¡Iros a vuestra casa!"
Lejos de sentirse conmovidos, más bien parecían satisfechos y esa actitud exasperó aún más a Durruti:
"-¿Sabéis que las ropas que lleváis pertenecen al pueblo? Quitaos los pantalones".
Y en calzoncillos fueron conducidos a Barcelona.


Durruti tenía la facultad de pasar de la irritación extrema a la calma más perfecta, debido a que no era una naturaleza mezquina. Llegado al Comité de Guerra, le dijo a Mora que llamara a Barcelona por teléfono porque deseaba hablar con Ricardo Sanz:
"-Ricardo, ¿estás enterado de que hay en Sabadell un partidillo político que tiene en su local ocho ametralladoras escondidas? Te doy 48 horas de tiempo para que me sean enviadas esas ametralladoras... Escucha, envíame también con ellas tres agrónomos".
Y colgó el teléfono, ante la extrañeza de Mora y, seguramente, aún más de la de Ricardo Sanz, que no podía compaginar eso de ametralladoras con agrónomos. Aquel día Durruti había visitado varias colectividades, y en todas se lamentaban de no disponer de personal técnico. Algunas de ellas pedían agrónomos y otro personal técnico que pudiera orientarles sobre ensayos agrícolas que querían hacer sobre nuevos cultivos; y otras, en fin, se quejaban de que los militantes de mayor capacidad habían abandonado la colectividad para enrolarse en la Columna. Durruti tomó el nombre de los militantes reclamados que se habían inscrito en su Columna. Y los mandó llamar al Comité de Guerra. Cuando los tuvo presentes, les dijo:
"-Vuestros servicios no son necesarios en la Columna".
Y viendo el efecto que habían causado sus palabras en aquellos campesinos cambió de tono y les dijo sonriendo:
"-No, no se trata de eso que vosotros pensáis. Yo sé que os batís bien. Que sois valientes y generosos, pero los compañeros de vuestros pueblos os reclaman, os necesitan para poder llevar adelante la obra que habéis comenzado... ¿Qué quedará, después de la guerra, de los tiros que pegamos? La obra que estáis realizando en vuestros pueblos es más importante que el hecho de matar fascistas, porque lo que vosotros matáis con esa obra es el sistema burgués. y lo que seamos capaces de crear en ese sentido será sólo lo único que registrará la historia".


Estos textos están extraídos de la biografía Durruti en la revolución española escrita por Abel Paz. Fundación Anselmo Lorenzo 1996.