sábado, 9 de febrero de 2008

La huelga de los Trabajadores de Ascón. Vigo 1978.

"CUANDO LA CALLE YA NO ES SÓLO NI DE LA MERCANCÍA NI DE LA POLICIA
La expresión de inocuidad, la sumisión que parecía reinar entre los trabajadores hasta finales de marzo iba a tener un brusco giro. El marco en el cual el capital trata de aislar los conflictos, la fábrica, sería desbordado, trasladando el enfrentamiento al espacio social de la calle. Centrales y partidos, al ser súbitamente despertados de su letargo, no dudarían en ir los unos en apoyo de la policía y los otros, por eso de la competencia político-mercantil, en apoyo moral de los trabajadores. El 31 de marzo, en tanto que en Madrid y bajo la lluvia incesante de despidos las centrales sindicales seguían rogando una solución, los trabajadores rompen el marco de la domesticación y tiene lugar los primeros enfrentamientos con la policía, aquellos, con la visible ausencia de burócratas y esquiroles, asumen su condición de proletarios haciendo ver claramente dónde está el lado de la legalidad y dónde el del proletariado. Es el inicio de unas nuevas relaciones entre un sector importante de trabajadores de "Ascon" y los proletarios vigueses que asumían la lucha como suya también. Aproximadamente en las mismas fechas de los sucesos de Cádiz, en los que los pescadores demostraron en la práctica cuál era su realidad al batirse en las calles gaditanas y pese a la condena de las diversas burocracias, el día 4 de abril, tiene lugar en Vigo choques de una dureza inusitada entre el proletariado vigués y las fuerza represivas. Durante gran partre del mes, multitud de barricadas, hogueras, piedras, coches cruzados, volcados o incendiados, roturas de lunas, son la prueba y armas que los proletarios extienden por toda la ciudad. La policía pese a su característica e intrínsica brutalidad se vio continuamente desbordada, aun cuando habían llegado dos secciones especiales de refuerzo, principalmente los días 4 y 6. En múltiples zonas de Vigo los trabajadores de "Ascon" y de otras empresas inmersos en unas relaciones nuevas, que son el reflejo de la actual situación histórica, operaban con gran claridad de ideas y capacidad de movimientos. Entregados los proletarios a la pasión de la guerra social, sus acciones devenían como claras y explícitas a ojos de todo el proletariado. Los incendios, los apedreamientos a la policía, FENOSA, bancos, bomberos, etc., adquirían luz y corresponsabilidad unos con otros, no eran actos gratuitos sujetos a las tácticas de provocadores fascistas, todo lo contrario, eran acciones identificables con las expresiones de violencia social que el proletariado realiza contra el capital. Y todo lo que se atacaba más lo que todavía quedaba intacto es lo que conforma y mantiene las relaciones capitalistas. Así cuando se atentaba contra los coches, bien volcándolos, incendiándolos o simplemente cambiándolos de sitio, era algo más que atentar contra cuatro latas con motor y ruedas. Era contra el fetiche mercantil contra lo que se actuaba, contra un fetiche asentado en una espectacularidad en la que deviene como máquina de matar. Cuando se apedreaban las lunas de los bancos y comercios no sólo se rompían cristales, sino que se atacaba la significación que esos lugares tienen como medios de exposición y circulación de la mercancía. Estas experiencias de destrución festiva vienen a ser el modo de recuperar la comunicación en las calles. El temor reflejado en los rostros de burócratas y esquiroles ante el radical desafío del proletariado, hacía que los gritos de policía asesina les recordase que ellos también eran parte de ella. En medio del humo y de anormalizado aspecto de las calles, el resto de la población asistía con no menor sorpresa y desasosiego a los acontecimientos. Mientras la represión policial y las detenciones iban en aumento, los partidos y sindicatos, situados ya en el lugar que les corresponde, no podían poner freno a aquél, aunque falto de claridad teórica, empuje de clase, Las llamadas al orden y a la responsabilidad por parte del PC y del PSOE, respaldados por sus sostenes de izquierda, los montajes falaces hablando de incontrolados, campaña desastabilizadora, que tanto dichos partidos y sus secciones sindicales como ciertos sectores del comité de huelga de "Ascón" dieron a la luz no convencieron a nadie, ni a las asépticas clases medias que atemorizadas veían cómo sus coches o sus personas eran presas de la ira de los proletarios cuando se trataban de saltar una barricada. Lo único que confirmaron todas ellas fue que necesariamente se situaban al lado del orden policial."

"La huelga de los Trabajadores de Ascón. Miseria del sindicalismo." Autonomía proletaria. Vigo 1978.

No hay comentarios: